MISCELÁNEA
Por Luis Augusto González Pimienta
Óscar Muñoz Oviedo, el flamante medallista olímpico hecho en Valledupar, obtuvo un triunfo portentoso y sorpresivo. No estaba en las cuentas de nadie para conseguir presea, ni siquiera en las de los miembros del Comité Olímpico Colombiano. Fue el único representante del taekuondismo nacional en Londres y su arribo a la elite de este deporte de origen coreano fue una muestra de superación y sacrificio, bajo la batuta del mejor entrenador del país, nuestro paisano Álvaro Vidal, cuyo oportuno reclamo fue decisivo en la consecución del podio de Muñoz, cuando el tablero electrónico daba por ganador a su rival tailandés y su comitiva principiaba el festejo.
Se ha hablado bastante del origen humilde del medallista de bronce, lo cual es común en todos nuestros atletas. La pobreza y aun la miseria, con pocas excepciones, son el acicate de los vencedores del mundo entero. Miles de historias se han escrito al respecto. Una más no agregaría nada al tema.
Lo cierto es que el éxito de nuestro conterráneo cogió con los pantalones abajo a los medios de comunicación nacionales y locales. Por ejemplo, en la emisora La W, cuando el nuestro se apuntaba el segundo triunfo, discutían sobre quiénes habían ganado más medallas entre paisas y vallecaucanos.
La prensa nacional de ese miércoles histórico se prodigaba en elogios para otros deportistas con posibilidades de obtener medalla. Para Óscar Muñoz no hubo una línea. EL PILÓN relegó el titular de la intervención del vallenato a la parte baja de la primera página, privilegiando noticias de poco interés para el encabezamiento. Nadie presagiaba una hazaña y de allí el trato indiferente que se le dio.
Noté que los noticieros nocturnos de la televisión no hicieron la misma alharaca que cuando ganamos las anteriores cuatro medallas. O se están acostumbrando a los triunfos o no le dieron valor al personaje que logró la gesta. Alguien me comentó que tuvo la mala fortuna de que su triunfo fue opacado por la muerte de Jairo Varela, el director del Grupo Niche. ¿De malas?. No necesariamente. El hecho luctuoso, por importante que sea el finado, jamás debería ensombrecer los hechos positivos en un país falto de alicientes y repleto de amarguras.
Desgraciadamente la consigna nacional pareciera ser vender tragedia, angustia, desolación, muerte, olvidando que se sobrevive gracias a los ratos amables, placenteros, felices, así sean los menos.
El premio en dinero en efectivo para Óscar Muñoz está acordado de antemano por el Comité Olímpico; adicionalmente hay una promesa del gobernador del Cesar. El alcalde Socarrás le entregará la casa que le había ofrecido antes del viaje a Londres y una universidad podría becarlo. Eso está muy bien. Tocar los dinteles de la gloria (como decía la hermosa canción) no es cosa de todos los días. Y Óscar lo hizo, poniendo en alto el nombre de Valledupar, sin acordeón ni licor.
Por último, una acotación gramatical a propósito del éxito deportivo. ¿De dónde sacaron nuestros comunicadores el término taekuondoga? El sufijo “oga” no aparece en español. En cambio, para indicar profesión, oficio, inclinación o dedicación encontramos “ista”. Lo correcto es taekuondista, como almacenista, taxista, dentista, futbolista. Se imaginan periodoga por periodista.