En octubre de este año serán las elecciones para gobernadores y alcaldes en el país, en una jornada electoral que tiene como expectativa nacional e internacional los diálogos de paz en La Habana.
En cada región se mueven las maquinarias políticas de los gobernantes para seguir en el poder, el Cesar no es la excepción.
No se puede desconocer que la decisión que tomarán los ciudadanos es válida cuantitativamente. Tampoco se puede olvidar que está de por medio –nuevamente- una democracia colombiana proclive al poder del dinero y al poder de los más fuertes. Es que en este sistema político en que se mueve la democracia de Colombia pareciera que nada asombra ni nada pellizca la voluntad del elector.
Mis consejeros periodísticos aseguran que está tan viciada nuestra democracia que aún se conserva incólume la compra venta del voto utilizando artimañas para canalizar el caudal de votos. Inclusive, no importa que el candidato sea liberal o conservador, verde o gris; lo que importa es que su nombre lo haya guiñado su “patrón” electoral.
Todo mundo comenta que en cada evento electoral ponen a funcionar registradurías vecinas en donde elaboran cédulas con fines de que un mismo ciudadano pueda votar 20 o 50 veces, lo que le resulta más económico al político porque solo debe pagar 10 o 20 mil pesos por cada voto, mientras que el voto de la “calle” puede costar entre 60 y 100 mil pesos.
Sin ningún escrúpulo, se afirma que está muy vigente el trasteo de votantes y sobre su ejecución las autoridades del Estado es poco lo que han hecho para solucionar esta afrenta contra la democracia y muy pocos los que han sido condenados. Inclusive, hay hechos tan contundentes de trasteos de electores que hasta erizan. Nadie entiende por qué en cada elección se quintuplica el potencial electoral de un Municipio.
“Es que la clase política es corrupta por antonomasia”, afirma Tío Nan y agrega que las instituciones están permeadas de todo lo que tenga que ver con corrupción (“democracia de las élites”). Schumpeter habló de la lucha competitiva por el voto de cada ciudadano, que a la postre es el que decide.
Mi consejero Tío Chiro va mucho más allá de la penetración de la corrupción en la democracia y ampara su teoría con el quehacer diario del político en la construcción de un escenario en donde solo él ve su sombra.
Ya en Valledupar hay ejemplos de que el poder de la corrupción arraiga a quienes tienen ese poder para manipular las instituciones. Tío Nan dice que como no tiene aún la prueba material en sus manos no puede decir nombres, pero si puede manifestar el “milagro”: Hace unos años un eminente político quien estaba en su lecho moribundo –con la anuencia de sus hijos- lo casaron con la muchacha del servicio para que estos últimos sigan recibiendo la pensión. ¡Qué horror!
Otros congresistas le daban la “palomita” a sus segundos a cambio de entregar la mitad del salario, para poder disfrutar de ese privilegio en el Congreso. ¡Por Dios! Hasta la próxima semana. tiochiro@hotmail.com @tiochiro