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Boxeo olímpico de La Victoria: nocaut a la delincuencia

Lo que empezó como una distracción y luego una fiebre, se convirtió en una estrategia para mantener ocupados a jóvenes que son blanco fácil de la delincuencia. Foto Andrés Llamas Nova / EL PILÓN.

Hace algunos meses, cerca de 20 jóvenes de entre los 14 y 25 años se dieron cita en la calle 18 A entre carreras 35 y 36 del barrio La Victoria, llegando desde diferentes direcciones y algunos saliendo de las viviendas del sector. Todo parecía indicar que algo malo pasaría y por eso algunos vecinos empezaron a cerrar sus puertas.

Los muchachos se reunieron finalmente en la mitad de la cuadra polvorienta en algunos tramos de la vía, se ubicaron en la zona pavimentada y minutos después estaban propinándose golpes.

Pero contrario a espantar a la gente, los vecinos se vieron atraídos por el ‘ballet’ de los adolescentes que sin ningún tipo de conocimiento deportivo, estaban boxeando.

Guantes negros y rojos se usaron en los combates alternados sin medida de peso, talla, estatura. Sin entrenamiento y menos calentamiento previo, simplemente emulando lo que los Prescott han llevado a los cuadriláteros del mundo, entrenados aquí en Valledupar. Otros imitando los pasos de Rocky Balboa, personaje del séptimo arte.

La juventud del barrio La Victoria y sectores aledaños está pasando por un momento de cambio y no es para bien. En el parque se reúnen muchos adolescentes consumidores de alucinógenos, otros han robado y según se dice, han cometido delitos más graves, pero por espacio de un mes, lo que lleva el experimento deportivo, ellos no han estado pendiente de otra cosa que la hora de inicio del boxeo en la calle 18A.

“Un día un primo llegó de Bogotá y trajo unos guantes de boxear. Le dije que me los prestara y otro pelado de El Galán llegó con unos guantes rojos. Cuando vimos fue un montón de gente viendo lo que estábamos haciendo. Los mototaxistas se detenían a mirar y otros hasta daban consejos”, dijo Yoni Camacho Corzo, el promotor de los encuentros.

Yoni tuvo la oportunidad de participar de algo similar hace 15 años o más en La Victoria cuando algunos aficionados al boxeo quisieron hacer un semillero y lograron competir en veladas boxísticas municipales.

Mientras tanto, golpes iban y venían en la mitad de la calle. Ninguno sabe qué es un jabe y “gancho de conejo”, un sparring, un ringside, pero entienden que al golpear al oponente pueden noquearlo y simplemente vencer.

No irán a los Olímpicos y muchos de ellos ni siquiera asisten al colegio, pero en medio de tanta “malandrera” en la comuna cuatro, para algunos es una estrategia para evitar que estos jóvenes terminen como consumidores de alucinógenos, atracadores, homicidas o engrosen las filas de la informalidad en Valledupar.

 

Sueño frustrado por el destino

Arley Plata Pacheco, sentado en un tronco al pie de la acequia Las Mercedes, recuerda que antes de su accidente estaba avanzando en el entrenamiento con el profesor Manuel Prescott en la Liga de Boxeo del Cesar.

Tiene 19 años y 75 puntos de sutura en su cabeza porque hace un año cayó sobre una piedra en el río Guatapurí. “Un 19 de noviembre, sábado, me tiré del puente Colgante y caí sobre una piedra, por poco me fracturo el cráneo y luego estuve cuatro meses sin salir de la casa. Nunca más he podio practicar boxeo, estoy como una mujer, ni con el pétalo de una rosa me pueden tocar”, dice.

Su padre Juan Carlos Plata sabe que su hijo se escapa a la calle 18 A de La Victoria a las jornadas boxísticas que disfrutan los muchachos. Pero él salió también de los barrios humildes de Valledupar, fue peso mosca y logró competir a nivel municipal. “Yo me iba atrás de mi hermano Miguel Plata en la Liga de Boxeo del Cesar, él si fue lejos, llegó a Juegos Nacionales en 1984 en Villavicencio con peso medio. En esa época éramos aficionados, Vidal Díaz, Víctor Ochoa y otros que dieron un salto profesional”, dijo.

Juan Carlos Plata y Catalina Pacheco son una pareja que protege a sus hijos, aunque reconocen que el deporte es salud y una de las mejores estrategias para apartar a la adolescencia del peligro: las drogas, el alcohol, entre otros. Pero Arley, su hijo, no irá a los Juegos Olímpicos y no logrará conmover a Colombia con el boxeo como lo hace hoy Yuberjén Martínez, a punto de obtener medalla de oro en Río de Janeiro. El boxeador de Chigorodó, Antioquia, es un reflejo de lo que son los muchachos del barrio La Victoria pero a diferencia de ellos, ha sido constante y lleva unos años de ventaja y hoy se ve el resultado.

 

“Hay que continuar”

“Hace días que preguntan cuándo vamos a continuar, están pendientes”, dice Yoni Camacho Corzo. La actividad se interrumpió el día que asesinaron en unas gradas del barrio Villa Miriam a Víctor Andrés Ortiz Castro, un joven de 17 años, barrista, amigo cercano de muchos de los que practican el boxeo aficionado en La Victoria.

La delincuencia, el sicariato, el crimen, la sangre, los espantó de la 18A, pero después volvieron, cabizbajos, reflexionando sobre la existencia del bien y del mal, otra vez los guantes rojos y negros se cruzaron sobre la vía. Sin técnica, ni campana, solo risas y burlas por los golpes bajos y las caídas.

“Me parece algo excelente. Por ahí es que debemos atacar para tratar de contrarrestar la descomposición social que tenemos, el deporte es la estrategia. El 90 % de los jóvenes que hoy entrenamos en la Liga provienen de barrios humildes”, expresó Ramiro Gutiérrez Duica, presidente de la Liga de Boxeo del Cesar.

El veterano entrenador Manuel Prescott, aseguró que está interesado en visitar a los muchachos de la calle 18A para orientar y vincularlos al deporte de una manera más supervisada y segura.

“Por medio de este deporte se integran de una forma sana en la sociedad, nosotros podemos visitarlos y asesorarlos, con entrenadores”, manifestó Prescott.

Más de 35 jóvenes de barrios periféricos de la ciudad, algunos de sectores subnormales en donde extrañan la presencia del Estado, se entrenan en la Liga de Boxeo del Cesar. Muchos han cruzado fronteras y océanos para representar a Colombia de una forma que jamás imaginaron, como Yuberjén Martínez.

 

 

“Me parece algo excelente. Por ahí es que debemos atacar para tratar de contrarrestar la descomposición social que tenemos, el deporte es la estrategia. El 90 % de los jóvenes que hoy entrenamos en la Liga provienen de barrios humildes”, expresó Ramiro Gutiérrez Duica, presidente de la Liga de Boxeo del Cesar.

 

 

Sin pensarlo, los jóvenes de La Victoria y barrios aledaños han demostrado que el deporte aparta de la inseguridad a la niñez y adolescencia. Muchos espectadores de la iniciativa saben de qué factores de inseguridad están escapando los aficionados al boxeo.

Andrés Llamas Nova / EL PILÓN

 

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