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Bodas de diamantes con muchísimos aplausos 

El veterano oftalmólogo Dr. Afranio Restrepo Córdoba y su bella esposa la española doña María del Carmen Villarroel, nonagenarios vitales, el día primero de septiembre del año en curso cumplieron 60 años de excelente vida matrimonial. Son  padres,  abuelos, tienen bisnietos, y viven felizmente. La pareja que conforman estos queridísimos amigos y la mía con Josefina tienen afortunadas semejanzas.

Después de vivir en España, donde Afranio tuvo la magnífica oportunidad de adelantar estudios de Medicina en la Universidad de Salamanca, de antiquísimo prestigio histórico,  después de los cuales ella le otorgó el humanitario título de médico, relevado con la muy honrosa mención Cum Laude, lo que ponía de presente el aprovechamiento singular con que el alumno se había consagrado a la ciencia del oriundo de la mediterránea isla de Cos hipócrates. Luego hizo estudios de especialización en Oftalmología. Pero lo más granado del único estudiante de medicina oriundo de Los Venados que ha cursado estudios en aquella muy ilustre Universidad, fue el haber contraído matrimonio con la bella, repito, adornada con todas las virtudes de una dama noble, inteligente y piadosa, Carmelina, quien ha sido para él,  su familia y sus amigos, un baluarte acrisolado.

Vinieron a vivir a Valledupar en la década de los años 60. El único médico oftalmólogo  por entonces aquí. Después llegó el antioqueño, también prestigioso,  Edgardo Espinoza Ochoa.  Ambos amigos, y ellos entre sí, le han prestado valiosos servicios profesionales a la región del Cesar y La Guajira, a ojos vista. Luego también vino a ayudarlos en la faena el oftalmólogo Flavio Piñeres.

Por otra parte, el nombre del hombre que honra esta columna, no sólo quiso servirle a esta comarca como médico, sino, también se interesó abnegadamente en el servicio público pulcro. Fue con éxitos, alcalde del municipio de Valledupar, donde adelantó obras significativas no sólo cívicas, también en el orden de la salud pública, en compañía, en este caso, por ejemplo,  de esa otra notable ciudadana de Valledupar,  la Dra. Alba Luz Luque Fuentes de Lommel, en la constitución cabal de La Cruz Roja, de Valledupar. Igualmente se empeñó con eficacia en las tareas administrativas del departamento del Cesar como diputado de su Asamblea.

Asesor de causas nobles, verbigracia, como directivo de la Cámara de Comercio de Valledupar. 

Hace poco, el Dr. Restrepo fue invitado a  la graduación  de la primera promoción de médicos titulados por la Facultad de Medicina de la Universidad  Área Andina. Pronunció una exhortación certera,  leída con magnífica dicción, que su esposa fue la primera en aplaudir notoriamente. Que él no se haya marchado a mejor vida sin dejar de ver esta cosecha de médicos jóvenes colegas suyos,  yo lo celebro con notoriedad y así lo ha hecho dicha Universidad, y así debe  entenderlo la comunidad humana de nuestra región, cuyo Espíritu se sigue desplegando con las mejores velas de la nave del desarrollo científico y cultural. No desmayar en esta empresa promisoria de la educación. Felicito todos esos desvelos. 

Y nuevamente a los esposos Restrepo Villarroel y familia, por su obstinada permanencia en este mundo y por los maduros y benéficos frutos que su inteligencia y noble carácter les ha permitido donar dondequiera.

Por: Rodrigo López Barros.

Categories: Columnista
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