Las últimas noticias de orden público alrededor de la empresa minera Cerrejón son un llamado a la reflexión. Cuatro atentados violentos sobre su línea férrea que cruza el departamento de La Guajira en menos de 2 meses. Parece que no están desligados ni son casualidades.
Sumado, desde el 2 de febrero, miembros del movimiento indígena Nación Wayuu han iniciado un bloqueo indefinido a la línea férrea y a la entrada de Puerto Bolívar, exigiendo respuesta a un pliego de peticiones en el que exigen respuesta a diversos temas.
Por supuesto, tantas noticias generan pánico. Por eso, en redes sociales empezó a circular una publicación que decía que desde la empresa estarían planeando tomar una decisión drástica ante la crisis: vacaciones colectivas, cerrar por 3 meses o cerrar la mina definitivamente. Tres opciones terribles para el desarrollo de La Guajira.
EL PILÓN consultó a la empresa y la respuesta fue clara: “Cerrejón está comprometida a continuar operando hasta el final de sus contratos mineros en febrero de 2034. Este compromiso se mantiene de manera responsable con La Guajira, sus empleados, las comunidades y el país, tal como lo hemos hecho durante más de 40 años”. No obstante, la duda está porque la matriz de la compañía tiene inversiones en muchos países y podría forzosamente verse en una situación de sin salida que todos debemos evitar.
Sin embargo, es preocupante lo que pasa en La Guajira. Por muchas razones. Sin desconocer los errores que cometen las empresas, la única forma de sacar adelante a La Guajira es generando empleo de calidad, y seguro que los bloqueos y atentados sobre Cerrejón solo espantan inversionistas.
Ya vimos como varias empresas que lideraban proyectos de energía eólica y solar prefirieron abandonar los contratos por temores a la situación de orden público de La Guajira. Conocimos de primera mano la situación con la portuguesa EDF que tenía los proyectos más grandes y que había venido desarrollando la consulta previa con más de 65 comunidades para conectarse directamente, a través de una línea eléctrica de alta tensión (distinta a La Colectora, que llega hasta el Cesar) a la subestación Cuestecitas y ya tiró la toalla y se va del país, por esa mezcla de regulaciones contradictorias del gobierno nacional y el desgaste social. Es una más de las varias empresas.
También se ha generado una polémica alrededor del asunto del campo gasifico Sirius, en disputa con la también cercana Santa Marta. Pero ese ambiente adverso que se vive puede dar pie a que la sede principal y los mayores servicios no se den en la península. Una situación que ha generado especial tensión.
La Guajira es una tierra de gente trabajadora, cruzada por hermandad con el departamento del Cesar. Sus bases populares, sus líderes, quienes amen el territorio, no pueden permitir que la anarquía sea su voz ni quienes lo representen. La Guajira tiene todo para ser una tierra próspera si son capaces de abrazar a los que generan progreso.