Me había contado mi mamá que cuando niña tuvo un hermano que, luego de una de sus innumerables riñas a muerte, le había enseñado a lanzar una granada. “Si a mí me matan esos tales, tú vas hasta su casa, le halas este alambrito a la piñita esta que voy a dejar guardada en la gavetica de mi escaparate, se la tiras y corres a esconderte.” Me dijo que de haberle pasado algo a él, ella lo habría hecho, porque él para ella representaba algo así como una figura paterna. Cuando mi abuelo murió, mi mamá era bien niña, y mi abuela con seis hijos pequeños pues ya se imaginarán el descalabro. También estaban otros dos tíos, pero a mi mamá quien siempre le generó mayor admiración, una admiración que a veces rayaba casi en la devoción, fue ese hermano; seguramente su carácter implacable inspiraba seguridad en ella, para quien él fue siempre “de su ley”, sencillamente; y esta simple condición de su manera de ser disculpaba cualquier tipo de conducta. “Niña Pacha”- llegaba un heraldo maldito a avisarle a mi abuela sobre la nueva riña de su adorado hijo, que se había levantado a tiros con un hombre en el puteadero. Y corra el hermano mayor a defenderlo, a darse tiros él también.
Cuando señorita, él era el encargado de llevarla a las fiestas y de seleccionar con quien bailaba o no, y quién podía o no ir a visitarla a la casa. “Para él, ninguno servía- me contaba- todos le parecían que iban a jugar conmigo… claro, como él era así.” Estuvo en la naval y de allá salió, por desobedecer una orden y agredir a un superior; luego se dedicó a una de las fincas de mi abuela y a engendrar descendencia en úteros diversos; una cuenta que mi mamá tenía bien clara: “Con nosequiencita tuvo a nosequién y a nosequien, con nosequiencita tuvo a x y con esta otra a y”. Siempre pendiente de si se mudó o no, de si andaba con la una o con la otra. Y él también pendiente- aunque de lejitos- de ella, a pesar de su carácter de hostil soledad heredado por línea paterna. Hasta el día de una discusión en la que mi mamá tuvo que tomar partido entre ella y sus hermanas, o él; para ese momento ella estaba recién operada de una mastectomía tardía, y ella, que lo respetó toda la vida, tuvo que decidir sabiendo que esa vez no podía dejarse convencer por sus argumentos. Y desde ahí ni más, se esfumó; sin embargo hasta yo que soy escéptico en lo que a transformaciones positivas en las personas se refiere, pensé que cuando ella estaba moribunda él tal vez iba a visitarla, cosa que creo ella no esperaba, pero ajá. Sin embargo no lo hizo, ni cuando estaba enferma ni cuando murió asistió a su funeral. Si ahora viene será bienvenido, pero si no viene mejor.