MEDIO AMBIENTE
Por: Hernán Maestre Martínez
Valledupar Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y conservemos las cuencas de los ríos Guatapurí y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse los Besotes sea una realidad, es agua para la vida en Valledupar, La Paz y San Diego.
Como quiera que sobre la historia del cultivo del algodón en nuestra región se ha investigado bastante y se nos ha informado de manera profusa, no está demás refrescar la memoria sobre lo que significó esta actividad agrícola, especialmente, en el departamento del Cesar, en un proceso que data desde los años 40 cuando este cultivo se inicia en el valle de Codazzi y rápidamente se propaga a municipios de vecinos como San Diego, Valledupar, La Paz, Bosconia, y Copey, y así sucesivamente se expandió a lo que es hoy territorio del sur del departamento.
Rápidamente digamos que fue tanto el auge del cultivo que lo calificaron de bonanza con el nombre de Oro Blanco, y claro, produjo dinero a borbotones para la época en que alcanzó la cima de su producción y como referencia tenemos los años 60 al 75.
Según el investigador y escritor Wil Calderón Guerra, en el Cesar se evidenció que del total sembrado en Colombia el 43,5% se cultivaba aquí, o sea, se sembraban 118.119 hectáreas entre 1970 y 1974, siendo el municipio de Agustín Codazzi el de mayor producción al tener el 14% en 1970 del total de hectáreas sembradas, por ello, a Codazzi desde los años 60 en adelante se le denomina “Ciudad Blanca de Colombia” en honor a este cultivo; es de anotar que la fibra cultivada allí era de tanto renombre que muchos fabricantes o confeccionistas de ropa le pegaban una etiqueta a pantalones y camisas que decía “ Hecho con Algodón de Codazzi”.
Después del anterior recuento, anotemos que el alto hectareaje citado se da gracias a las bondades de unas tierras vírgenes y fértiles, que llegaron a producir en algunos casos entre 2 y 3 toneladas por hectárea, pero fíjense ustedes, fue a un costo ecológico elevado jamás propinado a otra región de Colombia.
Desarrollamos los cultivos en lugares de extensas llanuras de tierras fértiles, cubiertas en su mayor parte por una vegetación natural mezclada con sabanas y bosques secos tropicales que servían de albergue a una gran variedad de flora y fauna, en su mayoría desaparecidas y en vías de extinción, como ejemplo palmario, tenemos el cedro, tolúa y guayacán, entre otros.
Y de la fauna también hubo muchas desapariciones, como danta, tigre, puma, por citar algunos y que decir de las desapariciones y contaminación de fuentes de agua, acabando con gran parte de nuestra biodiversidad, situación que se reflejó en la modificación del régimen climático y desequilibrio ambiental total. Sobre este tema vale la pena recabar sobre la perlita o huella indeleble pintada en el Cesar, se trata nada más y nada menos que de la DESERTIFICACIÓN, ya que de 950.719 hectáreas que tenemos en ecosistemas secos, según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi y CORPOCESAR, 613.795 se encuentran en desertificación, lo que a su vez constituye el 42% y un 27% respectivamente del total de las tierras del Cesar y según la misma fuente se puede decir que los municipios con este problema son los mismos que tuvieron auge en la época algodonera.
Entonces, si pensamos cultivar algodón, ojala funcionen las nuevas tecnologías alrededor de los transgénicos ya que hasta ahora son pocas las bondades comprobadas. Aquí esta el pero… Sabemos que hay que reactivar el campo y bienvenido el cultivo del algodón, si funcionan las variedades transgénicas, y que no haya que aumentar las fronteras agrícolas, realizar prácticas biológicas de control de plagas, y no aplicar los deletéreos venenos que destruyen flora, fauna y contaminan las fuentes de agua, como sucedió en Codazzi.
Por tal razón, hoy Codazzi es considerado como uno de los municipios de Colombia con mayor índice de mortalidad por cáncer. Ingeniero Luis Armando Castro, usted que es Codacense, ¿será verdad esta mala experiencia?