“…No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra”. Jueces 18,9
En la numerología divina, 19 es 10 más 09. Diez es el número de la plenitud o de la perfección del orden divino. Marca la suficiencia del propósito de Dios en asuntos del orden divino y la responsabilidad humana.
Los diez dedos de manos y pies nos recuerdan la responsabilidad de servir a Dios y andar delante de él. Los diez mandamientos representan la perfección de las demandas de la justicia divina y de la responsabilidad humana para con Dios, consigo mismo y con sus semejantes. La consumación del juicio divino contra Egipto se ve en las diez plagas y la norma del dar es, entregar a Dios el diez por ciento de las ganancias.
Nueve es el número del juicio, de la finalidad y la consumación. En la cruz, Cristo sufrió el juicio divino por nuestras culpas: fue crucificado a las nueve y murió a las tres de la tarde. (La hora novena de la Biblia) En cuanto a la finalidad, el fruto del Espíritu se manifiesta en nueve virtudes: Amor, gozo, paz paciencia, benignidad, bondad. Fe, mansedumbre y templanza. También son nueve los dones del Espíritu.
Había una plenitud de bendiciones para Israel si obedecían las leyes de la siembra. No debían sembrar en el año séptimo, porque la abundancia del año sexto alcanzaría. Es decir, que el año noveno comerían de lo sembrado en el año octavo.
Trato de significar que, aunque el 2019 este lleno de rumores negativos y débiles expectativas, por la fuerza de la fe podemos tomar posesión de todas aquellas cosas que Dios nos ha prometido. ¡Levantémonos, dejemos la pereza y pongámonos en marcha para ir a tomar posesión de las promesas! ¡nada es nuestro a no ser que lo tomemos! Hagamos de la Palabra de Dios nuestra más grande posesión.
La vida es semejante a la subida de una elevada montaña. Nos alienta ver que alguien de los que van delante, nos hace señas para seguir. Todos trepamos la cima de la vida y para alcanzarla necesitamos fortaleza y andar con paso firme.
Queridos amigos, alpinistas de la vida, si alguno ha encontrado algo que valga la pena, vuelva su cabeza y haga señas a los demás que seguimos escalando. En consonancia con esto, me animo a decirte: ¡Ven a Jesús! Cree en sus promesas, confía en su amor y refúgiate en su misericordia. Que al culminar este año podamos arrodillarnos en familia y elevar juntos una oración de gratitud por todo lo vivido y colocar en sus tiernas manos el peso de nuestros sueños, nuestras metas y planes para el año venidero.
Invito a no mirar atrás, sino a inclinar nuestra alma en adoración a Dios por todo lo pasado y elevarnos como el águila que, posada sobre la roca, mira hacia el despeñadero, pero decide enfrentar la tormenta cruzando el relámpago del cielo ennegrecido para sobrevolar por encima, convirtiendo las nubes en carrosas. ¡Elevémonos con alegría y esperanza hacia el año que llega!
¡Feliz y venturoso 2019!
Post Data: Por vacaciones estaremos fuera de circulación durante el mes de enero 2019. Regresaremos, Dios mediante, la segunda semana de febrero.
Valerio Mejía