Por más de una década nos hicieron creer que la causa de todos los males de Chiriguaná provenía de la casta política de la capital, que ella era quien imponía gobernantes y las condiciones de la gestión administrativa local. No es del todo cierto, la responsabilidad es compartida.
Con el paso de los días y ante el fracaso absoluto de los gobiernos dedicados al cemento y ladrillo, han ido aflorando las verdaderas razones por las cuales este municipio entró en una decadencia imparable: la indolencia, poca autoestima y amnesia de gran parte de sus hijos; el surgimiento de una clase política basada en el delito, la trampa, el atajo a la ley y el chanchullo; un tejido social desecho y un conformismo aberrante.
La ola del intervencionismo consentido de grupos al margen de la ley en la vida municipal, sumado a la malversación de la lotería minera, dio inicio al desbarajuste que hoy vivimos. Esta hipótesis tiene su fundamento en el análisis de hechos pasados y recientes, enmarcados todos en las tres últimas décadas.
Un sector de Chiriguaná, se hace el de la vista gorda para no distinguir el bien del mal, incluidos profesionales, notables familias y muchos con poca escolaridad que aplauden y acogen como reyes a quienes han venido destrozando el presupuesto municipal, los mismos que con un abultado expediente investigativo y de antecedentes se ausentan del terruño por años desconectándose de la realidad social y retornan como si nada hubiera pasado, libres de toda culpa; otros toman el debate electoral como un carnaval, no saben por qué votarán; otros odian y despotrican de los políticos durante todo el año y apenas llegan a darle un abrazo acompañado de otra promesa y cualquier billetico, hasta ahí les duro la rebeldía.
Votar por pasión y no con la razón, se volvió una práctica de sectores que les importa cinco cual sea la suerte administrativa del municipio, el futuro de sus hijos y de sus familias en los 4 años siguientes, con tal de disfrutar por un rato la merienda de 100 o 200 mil. No se imaginan el verdadero valor que tiene el voto y lo que este representa (salud, trabajo, educación, seguridad, recreación…)
Chiriguaná cuenta con 32 mil habitantes y más de 7 mil profesionales, la gran mayoría de ellos con solvencia académica y moral, sin mácula en su curriculum y acreditada experiencia administrativa, sin embargo, no es suficiente para los políticos de estómago y mente obtusa, porque les falta la principal condición: que tenga dinero, caso contrario no es merecedor de la confianza, la misma que depositaron en otros para dirigir los destinos del municipio, con los resultados conocidos.
Ese estribillo repetido con insistencia se tornó en el argumento suficiente para reciclar candidatos, para entronizar una hegemonía política de dos familias que se han repartido por igual las últimas 8 alcaldías, con cuestionados resultados, y aspiran a la 5a, sin importar el origen y cantidad de dinero para invertir en la campaña y el daño que ocasionen, pero que todos sabemos de dónde y cómo saldrá para pagarlo. Todo lo indeseable nos pasa, de los cinco aspirantes a la alcaldía, tres deben responder ante la justicia y los órganos de control, a ese punto hemos llegado, algo está fallando en nuestra sociedad y el pueblo se acaba.
¿Se dan cuenta de dónde provienen los males que nos aquejan? Así pues, que Cielo Gnecco, Ape Cuello, Didier Lobo, Eliecer Salazar y demás parlamentarios del Cesar, pueden estar tranquilos y visitarnos con frecuencia, no solo en época electoral, porque la hospitalidad de Chiriguaná crece, así como la indolencia y ceguera, alimentadas por la obsesión de poder y no de servicio como debería ser. Ustedes no son responsables solitarios de lo que aquí nos pasa.
Por: Pedro Miguel Peinado.