Dijimos en el 2014 en el libro de EL PILÓN de los 20 años que el embalse ‘estaba haciendo agua’: “Del embalse de Besotes, en la cuenca alta del río Guatapurí, se habló por primera vez en 1959, siendo presidente Alberto Lleras Camargo, pero pasan los años y nada que se hace. Fue antecedido del Distrito de Riego de Valledupar, que estuvo “de un cacho” hace casi 20 años, estaba en el INAT el asesinado dirigente Anuar Yaver, pero fue rechazado por grandes dueños de finca a los que el Estado y la banca multilateral, para proveerle el subsidio de la infraestructura, exigió la lógica redistribución de la tierra.
El proyecto, multipropósito, para los acueductos de Valledupar y su área metropolitana, riego agropecuario, generación de energía y turismo, ha tenido contratiempos técnicos, sociales y financieros. Ha faltado voluntad política es lo claro, y el trancón de la Represa del Ranchería, construída pero inoperante hoy, le entorpece el camino en el alto gobierno. Erradamente se atribuye su parálisis a los indígenas de la Sierra Nevada”.
Pero, que se sepa se ha sabido de un estudio de la firma Integral, entregado en 2017 en Medellín, pero que no es el estudio definitivo, que es el que desde el punto de vista técnico define las obras a hacer, sus dimensiones, cantidades y materiales, algo que los ingenieros llaman las memorias de cálculo, y su presupuesto detallado, no aproximado. Esos estudios deben incluir, ya conocidas las obras a ejecutar, los impactos ambientales del cual se deriva un Estudio de Impacto Ambiental, lo que los ambientalistas llaman un EIA, necesario para a través de un trámite obtener una licencia ambiental; es dentro de ese trámite que, dado que se sabe que hay una importante comunidad indígena, se hace una consulta previa con ella, por lo que decir que esta ya impidió la ejecución de la obra es de ignorancia legal, con el ánimo de hacerla quedar mal ante el pueblo vallenato y no explicar el proceso como es.
La cosa no termina ahí, se requieren unos capítulos de evaluación, proyecciones y análisis financieros, lo que los economistas denominan el Estudio de Factibilidad Económica y social.
Para un proyecto de esta magnitud, que se estima de US 150 millones, se requiere, hacer una estructuración técnica, legal y financiera del proyecto, que recoge los insumos de los estudios atrás mencionados. Entendidos ya prevén que una inversión de ese tipo no es recuperable para un agente privado, como se evidenció en el caso del estudio definitivo que para la 2a etapa del Ranchería hizo Fonade hace 4 años, por lo que se requiere de una inversión pública del 100% o de una proporción cercana. Allí deberán concurrir la nación, el departamento y la alcaldía y su empresa Emdupar.
¡La noticia es que el presidente Duque volvió a hablar vagamente el sábado de Besotes! Que el BID hace 2 años con ocasión de la reunión de Medellín prometió donar el dinero de los estudios finales y no se han visto y que tampoco están en presupuesto oficial alguno y que se sigue cacareando con los BESOTES que un conquistador ha prometido tantas veces a una dama que ingenuamente espera.