Se abrigaba en el gobierno del presidente Iván Duque la esperanza de disponer de los estudios del proyecto multipropósito Besotes como redención de Valledupar y su Área Metropolitana en materia de suministro de agua potable. Otra falsa ilusión al declarar la Empresa Promotora Nacional de Desarrollo Territorial, ENTerritorio, antiguo Fonade, desierta la Convocatoria abierta por falta de oferentes, lo que ya no asombra cuando domina un clima de baratija política.
Sobredimensionado el proyecto al paso de estudios de prefactibilidad, factibilidad y diseños, de nuevo la visión de medio siglo se convierte en otra frustración.
Lo de oferente es el artilugio en este nuevo capítulo de desgaste en tiempo y derroche de dinero en estudios y más estudios, pero lo de fondo para cristalizar esta obra, y la opinión pública lo sabe, al ver desfilar 12 presidentes de la República sin que se concrete nada; ha sido la falta de voluntad política y la iliquidez para financiar una obra cuyo costo podría sobrepasar los 200 millones de dólares, cifra insignificante en comparación con megaproyectos ejecutados en el triángulo de oro y el interior del país.
“No esperemos entonces que nos hagan la tarea, hagámosla nosotros”, sugirió el presidente del Comité Intergremial del Cesar, Arístides López, para subrayar como ejemplo a seguir la gran Muralla Verde Africana, la mayor iniciativa ambiental lanzada por los países de ese continente con el objetivo de frenar la desertificación y degradación de las tierras al sur del desierto del Sáhara que provocan el cambio climático.
La estructura viviente más grande del planeta que se traducirá en una barrera protectora de árboles y arbustos para atajar la deforestación entre el desierto y la sabana recorrerá 11 países de África, entre otros, Nigeria, Malí, Etiopía, Senegal y Sudán, en una extensión de más de 7 mil kilómetros.
La Unión Africana en medio de sus limitaciones económicas extremas tocó las puertas de otros gobiernos, de la misma empresa privada y de los organismos internacionales como la ONU, la FAO, el PNUD, el Banco Mundial y la Unión Europea, recursos existentes, que bien se pueden gestionar para Besotes, porque soñar no cuesta nada, lo que cuesta es hacer realidad los sueños.
¿Quién toma la iniciativa? Es la pregunta. Y quién más que la sociedad civil, es la respuesta, la misma que logró hacer realidad la Universidad Nacional de La Paz o revivir el elefante blanco de más edad en Colombia, que es la Avenida Pepe Castro. Vendrá ahora el reto de Besotes y de otros megaproyectos, sin cargar con el lastre del mayor engaño hacia una región por parte del nivel central, como lo ha percibido el excongresista Álvaro Morón Cuello, sumado a la indignación social de ver que a la vuelta de 4 años podríamos estar desabastecidos de agua, sin sistemas de producción y un lánguido desarrollo sostenible.
La idea que se plantea en Valledupar Somos Todos y el Grupo de Ciudadanos Participativos, pero de la cual también se debe apersonar ExpoValledupar, no debe estar al margen de repensar una estrategia de reforestación y regeneración vegetal de la cuenca alta, media y baja del río Guatapurí para que no se seque la fábrica de agua que ha de alimentar la represa, o un embalse en primera fase, y paralelamente trazar una pedagogía con las etnias (arhuacos, koguis y kankuamos), enfocada en el respeto de sus territorios sagrados, lugares de pagamentos y la línea negra, y en suma la sabiduría y costumbres ancestrales, sin menoscabo de la consulta previa que legal, constitucional y el arbitrio internacional, debe involucrar a nuestros indígenas.