Aquí todo sigue patas arriba. Siguen pasando cosas cuya ocurrencia debería ser impensable pero al día siguiente nos sorprenden con algo peor. Ya la nación empieza a cansarse del descaro, la corrupción y el desdén del gobierno del cambio. Muestras de ellos son las recientes chifladas de las que fueron víctimas la vicepresidenta Francia Márquez y el ministro del interior Luis Fernando Velasco en su propia tierra: el Cauca. A ambos, en reuniones públicas, les gritaron improperios y les pidieron retirarse de los recintos en los que se encontraban. El Pacto Histórico está en una profunda crisis y sus miembros se están peleando entre sí con tal de figurar.
Por su lado Petro no ayuda y sigue diciendo sandeces y pendejadas a diestra y siniestra. Ahora resulta que gracias a él podemos saber que “los Estados Unidos se llaman así porque antes estaban separados.” Brillante, sencillamente brillante, queda uno encandilado con tanta sabiduría. En vez de estar fumando porros y de someternos a verlo por televisión a las 8 de la noche para dar aplausos falsos a sus desaguisados discursos que a nadie le interesan, debería poner orden y gobernar.
Mientras vivimos este desgobierno el senador Jota Pe Hernández denuncia, con pruebas en mano, que el ejecutivo le ha pagado a 8 de las 50 organizaciones indígenas que tiene Colombia, más de 281 mil millones de pesos en los últimos meses. El mismo congresista se pregunta si los miembros de esas 8 organizaciones habrán visto un peso, realmente no lo creo. Más corrupción, pura corrupción. Ahí tienen el cambio.
Quienes conformamos la oposición no podíamos estar esperando con más ganas la llegada del domingo 29 de octubre para ver los resultados de las elecciones regionales. Esto va para pela dura, no le va a alcanzar al gobierno con comprar todas las dosis de dolorán disponibles ante la derrota que se le avecina. Van a perder Bogotá, Medellín y ahora parece que hasta Cali. Muchos seguidores de Petro, que ahora ven cómo fueron engañados y se sienten estúpidos por eso, se avergüenzan de haber votado por él y le piden perdón al medio país que vio y anticipó lo que se nos vendría encima en caso de elegirlo. Ahora, esas mismas personas cuentan con el arma más contundente para sancionar el incumplimiento de promesas en épocas electorales: el voto.
La incoherencia es total: el hijo del presidente, por primera vez en nuestra historia republicana, acusa a su propio padre de haberse beneficiado directamente cuando a su campaña entraron dineros de las mafias y que él conocía ese hecho. Hace años, a causa de la ocurrencia de los terribles falsos positivos, Petro exigía arrancarle el pellejo al presidente Uribe y ahora, años después, durante el gobierno del guerrillero, vemos que militares abusaban de pobladores de Tierralta, Córdoba. El racero no es el mismo, parece que la responsabilidad política no existe, igual que cuando hace 7 años ganó el NO en el plebiscito y el señor Juan Manuel Santos no renunció a pesar de que los colombianos le dijimos No a su proyecto de impunidad total; por el contrario, hizo caso omiso, siguió adelante con el tema y miren cómo estamos 7 años después.
También lo anticipamos porque dejaron por fuera de esa componenda a medio país, el medio que precisamente tributa y hoy paga las millonadas que ha costado ese frustrado proceso.
Hoy Colombia sufre un enorme aumento en el precio interno de la gasolina, solo porque este gobierno persigue a quien tiene carro. Se ha llevado por delante a la clase media y está destrozando las finanzas de las familias de estratos 1, 2, 3 y 4. Las alzas en los precios de los productos de la canasta familiar a raíz de las protestas de la primera línea, han generado una inflación que hace rato no se vivía en el país.
Por Jorge Eduardo Ávila.