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Becerril, ejemplo de cultura y civismo con su Festival de la Paletilla

En las festividades de Becerril, el sueño abandona el municipio; la rumba del viernes hasta la madrugada del sábado, para después estar en eventos todo el día esperando ‘La Mudanza’, el evento más importante del Festival de la Paletilla en Becerril.

El domingo era el día más esperado por todos. Más allá que es el último de las fiestas, el domingo de cada Festival Folclórico de la Paletilla es el más movido en Becerril, y en su versión 46 no fue la excepción.
Desde la mañana el ambiente era de fiesta y las personas trasladándose a ‘La balastrera’, un lugar a la salida del municipio desde donde inicia cada año ‘La Mudanza’, la tradición más representativa del municipio.
Un poco más tarde de lo normal, por algunos imprevistos, cerca de 80 personas de los barrios Once de Abril y San José empezaron a cargar el techo de palma que hace referencia a una antigua tradición de los indígenas yukpas.

“La mudanza es una tradición donde se escenifica el traslado de una casa de un lugar a otro. La que más recuerdo la trajeron de ‘Los Manantiales’ hasta el pueblo. Eso era motivo de una festividad enorme porque se sumaban los tamboreros, los acordeoneros, los gaiteros, los cargadores, los embadurnadores de barro, las hacedoras de chicha, los bailadores, el curandero, los parranderos y muchas personas que hacían parte de esta gran parafernalia. Era una amalgama de elementos culturales en esa sola muestra”, contó Tomás Darío Gutiérrez, investigador y uno de los fundadores del festival.

Sin muchas diferencias, este año miles de personas se congregaron en la carretera para acompañar ‘La Mudanza’. Delante del techo de palma, una decena de personas jalaban con una pita el techo, mientras que protegidos del sol debajo de las palmas, cerca de 50 personas la cargaban en sus hombros.

Pero no era un velorio o algo relacionado. Entre jugo de uvita revuelto con ron, chicha, espuma y cerveza, cada vez que el techo iba a ser movido se encendía el susurro entre todos, como cuando recién empieza una avalancha, pero esta vez de personas.

Cuando los mudanceros abrían paso, con ellos, una avalancha corría para no ser dejada atrás, igual que la maicena y la espuma que no dejó a nadie limpio. Aproximadamente cada 100 metros los mudanceros paraban para refrescarse con ron, chicha y pocas veces con agua.

Cada descanso era una oportunidad para las bandas en vivo de animar el ambiente. Pero eran las reinas, ‘La Cacica’, Reina de ‘La Chicha’ y ‘La Caciquita’, las encargadas desde los más altos de las comparsas de llevar el termómetro del ambiente.

Con el sol ya de salida, llegaron a la casa indígena después de un recorrido que empezó pasadas las 10 de la mañana y que duró más de 4 horas, entre el cansancio. Hasta las 3:00 de la tarde tres personas se habían desmayado.

Desde 1973, a excepción del año siguiente, se realiza en Becerril el festival. Cambios socioeconómicos han alterado algunas tradiciones de las fiestas. De aquellas pequeñas cacetas privadas hace 20 años se pasó a los espectáculos públicos.

EL FESTIVAL DE LAS GRANDES PRESENTACIONES

Sin embargo, ‘La Mudanza’ del domingo solo fue el inicio de las presentaciones de la noche. A pesar de haber caminado bajo el sol más de 2 kilómetros, más de 2.000 personas se congregaron en la tarde de corralejas municipales, para en la noche terminar en el concierto del parque San Luis.
“El sábado se presentó ‘Jorgito’ Celedón, junto a Giovanny Ayala y Chu Díaz, eso no pasa todos los días”, comentó Héctor Parra, vendedor de agua.
Desde el viernes 1 de febrero, el parque San Luis recibió una decena de cantantes reconocidos a nivel nacional y agrupaciones locales, quienes sirvieron de apertura.

El vallenato siempre fue el protagonista, acompañado de la champeta. El primer día Farid Leonardo, el hijo del homenajeado Faríd Ortíz, se presentó junto Rafa Perez y el Mono Zabaleta, en una noche que se extendió hasta las 5:00 de la madrugada.
En las festividades de Becerril, el sueño abandona el municipio. De la rumba del viernes hasta la madrugada, seguramente pocos asistieron a la misa de Renovación Católica, que estuvo acompañada por las autoridades municipales y departamentales.

“Lo que hemos intentado realizar estos tres años es lo que se imaginó el historiador Tomás Darío Gutiérrez con un grupo de amigos hace más de 40 años, y por eso hemos trabajado, para que después del Festival Vallenato, el Festival Folclórico de la Paletilla sea el más reconocido del Cesar a nivel nacional”, narró el alcalde municipal, Juan Francisco Rojas.
Desde 1973, a excepción del año siguiente, se realiza en Becerril el festival. Cambios socioeconómicos han alterado algunas tradiciones de las fiestas. De aquellas pequeñas cacetas privadas hace 20 años se pasó a los espectáculos públicos.

EL DÍA DE MAYOR VENTA EN BECERRIL
Los domingos de ‘La Mudanza’, cuando se hacen las 2:00 de la tarde, en muchas tiendas de Becerril ubicadas por donde pasa la caravana, ya no tienen bolsas de agua o cervezas para vender. Todas se han agotado. Es el día de mayores ventas.

“Aunque uno se prepara y adquiere más de lo normal, siempre se acaban las bolsas de agua o a veces las cervezas”, comentó Andrés Cárcamo, vendedor. Por su fama, a Becerril llegan decenas de vendedores de otras regiones del país a vender agua y cervezas.

Pero no solo son las cervezas y agua. Es un mercado global que mueve maicena y espumas; camisas de colores y estampados; mecatos, comida rápidas y restaurantes. Todos se benefician, no solo el domingo, sino de los tres días de festividades.

EL HIJO ORGULLO DE LA CASA

Este año la junta directiva del Festival Folclórico de la Paletilla y Fiestas Patronales de la Virgen de la Candelaria estaba conformada por 15 personas. Fueron ellos los encargados de dirigir la versión 46 que homenajeaba a dos hijos de Becerril: Faríd Ortíz, considerado ‘El rey de los pueblos’ y el senador, Didier Lobo, protagonistas a nivel nacional.

En Becerril los primeros años de Faríd Díaz fueron difíciles, cuenta. La “trocha”, como define sus inicios, fue la época en la que nadie creía en él. Vendedor, callejero, junto a su mamá vendió pescados, cogedor de algodón, estuvo preso por “errores de la vida”, que no le impidieron componer canciones que suenan en todas las fiestas tradicionales de la región y el país, además de ganar premios como el ‘Congo de oro’ en los carnavales de Barranquilla.
La misma razón que hizo que la gente lo amara y lo llamara el ‘rey de los pueblos’ le costó ser señalado como “corroncho”, cuando apenas iniciaba su carrera, así lo cuenta en su biografía.

En últimas, además de Faríd Ortíz y el senador Didier Lobo, el orden fue el otro homenajeado. Según cifras de las autoridades municipales durante los tres días de celebración no se registraron riñas ni víctimas de hechos violentos. “Son pasos importantes para seguir posicionando nuestras fiestas a nivel nacional”, concluyó el alcalde de Becerril.

Por: DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
defancaro1392@gmail.com

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