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Bástate mi gracia

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. 2 Corintios 12:9

Por: Valerio Mejía Araujo


Una de las verdades más fundamentales de las Escrituras es aquella que enseña acerca de la gracia de Dios. De hecho la historia de la iglesia primitiva se desarrolla en el marco del testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y de cómo la abundancia de la gracia de Dios era sobre todos ellos.
Cuando de cara a las situaciones difíciles de la vida, Dios dice: “Mi gracia es suficiente para ti”, debemos estar dispuestos a creer y confiar en su veracidad, para comprobar la realidad de su amor.
En ocasiones somos dados a ofrecer oraciones que suplican y piden la gracia del Señor para cubrir o respaldar necesidades apremiantes, pero yo me pregunto: ¿Por qué pedimos a Dios que sea, lo que ya es? Dios no puede hacer que su gracia sea más suficiente de lo que ya la ha hecho.
Levantémonos y creámoslo y encontraremos victoria en esa verdad. El Señor lo dice de la forma más simple: “Mi gracia es”, no dice que será o podrá ser, ella es suficiente para nosotros.
Todo esto me lleva a pensar que jamás debemos convertir los hechos de Dios en esperanzas u oraciones, sino aceptarlos como hechos consumados; así podremos usarlos como realidades presentes hallando que son tan poderosos como capaces seamos de creerlos.
Amados amigos lectores, no oremos por tener vidas planas y cómodas, sino creamos que la gracia del Señor es suficiente para cada meta que emprendamos. Pidamos que con su gracia seamos personas más fuertes, haciendo que nuestras fuerzas sean iguales a nuestras tareas y desafíos, y logrando que nuestra vida misma sea un milagro maravilloso de la gracia del Señor.
Creo que Cristo no nos conducirá a la grandeza por medio de la indulgencia propia, sino por medio de su gracia y de su amor. El cielo siempre está por encima de nosotros y siempre debemos mirar hacia él.
Existen personas que siempre evitan aquello que les cuesta y les toma algún tipo de sacrificio; evitan todo aquello que requiera abnegación, refrenamiento y renuncia, pero la grandeza de espíritu sólo se obtiene por medio del trabajo y la dedicación, fortalecidos y guiados por la gracia del Señor. Todo tipo de superación material o espiritual se adquiere por medio de la perseverancia y el esfuerzo personal, saturado por la gracia de Dios.
Muchísimas veces pensamos en Dios como aquel ser que quiere echar por tierra nuestros planes tan queridos, o aquel quien frustra nuestras esperanzas tan acariciadas, o aquel quien nos hace abandonar nuestros sueños más hermosos. Muchísimas veces no vemos que Dios tenga cosas mejores guardadas para nosotros, y de cara al futuro desolador, sentimos miedo.
Amados, hoy debo gritar a voz en cuello: ¡Podemos confiar en aquel que murió por nosotros! ¡Podemos confiar en que la gracia de Dios es suficiente para vencer cualquier problema o cambiar toda situación! Aquel que nos amo de tal manera que hasta su vida ofrendó por nosotros, puede ser absolutamente confiable en todo lo concerniente a las cosas de los hijos que él mismo ha salvado.
¡Podemos confiar en la gracia de Dios que nos entregó a aquel que murió por nosotros! Podemos confiar que su gracia frustrará todos aquellos planes que pudieran perjudicarnos. Podemos confiar que su gracia nos ayudará a llevar a cabo aquellos propósitos que nos conduzcan a nuestro bien más elevado. Podemos confiar que su gracia nos guiará por la senda de la vida, en la cual hay plenitud de gozo y delicias a su diestra para siempre.
Ora conmigo: “Querido Dios, Muchas gracias por tu Gracia salvadora manifestada en Cristo Jesús. Ayúdame a vivenciar cada día la realidad de tu amor. Amén”
Recuerda: La gracia de Dios es un hecho real y poderoso expresado en el sacrificio de Jesús por nosotros. Vive en victoria siendo consecuente con esa realidad maravillosa.
Te mando un abrazo y muchas bendiciones para esta semana.

valeriomejia@etb.net.co

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