Hola queridos lectores, quiero que me acompañen en mi más reciente experiencia en el barrio Santa Rosa. Una comunidad que vive alrededor de un gran parque, Los Algarrobillos.
Hacia el sur de Valledupar por la carrera 5ª se ubica el barrio Santa Rosa, fundado en 1980 por una constructora privada que de manera organizada diseñó el modelo estructural de la comunidad. Son tipo veredas o circuitos semicerrados que permite a los habitantes poder tener un ambiente de cercanía con el otro, o al menos fue lo que pude observar en el recorrido por la barriada.
Con un sol estremecedor, propio de la tierra vallenata, a las 10:00 a.m., de este jueves, visité la comunidad para conocerla un poco más y saber lo que les aqueja. Mi caminata me llevó hasta un grupo de caballeros que habitan desde hace más de 15 años en Santa Rosa.
Ellos de manera efusiva me contaron desde su óptica detalles: “Este barrio (lote) le pertenecía a la señora Olga Nieves de Pérez, la dueña de la joyería El Diamante, fue a ella a quien se le compraron los lotes en la época de los 80. Desde ese entonces se ha forjado la unión de la comunidad, somos muy unidos. Aquí lo que no ha servido es la Junta de Acción Comunal porque el gerente (presidente) vive lejos y no resulta nada efectivo. En la seguridad no hay problema porque aquí hay mucho recorrido de ellos (policías) por el Cai del parque Los Algarrobillos”, contó Esteban Rojas.
Otro de los habitantes, Alexis Pontón expuso lo que a juicio común de los presentes, es uno de los problemas más graves, el parque interno de la calle 27. “La cancha es oscura, no tiene iluminación y representa un peligro para todos. Siempre ha estado así desde que se conformó la comunidad. No tenemos ayuda del Gobierno municipal”.
Por su parte, Felipe Santos Díaz reforzó la petición de ayuda al parque e incluyó: “Ojalá que la vuelvan multifuncional, eso sería lo mejor. Y otra de las cosas que tenemos como un problema es la calle 5B, que no está pavimentada. Esa calle está así desde que inició este barrio; han venido diferentes actores públicos a decir que la van a pavimentar pero ahí queda, esa carretera tiene alcantarillado y todo, solo falta pavimentarla. Eso es necesario”, comentó.
El drama de las infraestructuras
Parque interno: El problema que aqueja desde hace más de 10 años a esta comunidad en relación al pequeño parque o cancha (porque no tiene estructura definida) es que al llegar la época de lluvia se convierte en una ‘piscina de mosquitos’, la cual genera en la comunidad casos de dengue como lo denunció la ciudadanía.
Según las versiones de la comunidad, el agua empozada puede tardar hasta ocho días para secarse.
Cuando termina la lluvia, y llega la época de sequía se genera otro problema: la brisa de arena. Alrededor de la cancha se ubican al menos 25 casas, donde cada una representa unos cuatro a cinco integrantes. Me contaron molestos algunos vecinos que la arena seca ha empeorado la salud de los mismos.
Unos tres casos de pulmonía fueron conocidos donde sus dolientes me expresaron que el estado actual de ese cúmulo de arena les ha atrasado su recuperación. Incluso los médicos les recomendaron a los afectados no asomarse a la puerta de sus casas. ¡Grave situación!
Para que logren comprender a esta comunidad, les cuento que ese parque tiene un aproximado de 200 metros cuadrados donde la arborización está presente por las aceras.
En lo interno del espacio a cielo abierto se supone que debería existir una cancha de futbol debido a las dos porterías que acompañan la obra. Sin embargo, las porterías no tienen la respectiva malla, y el suelo es una arena seca que de solo pisarla quema los pies.
No tiene mantenimiento, pude notarlo, y junto a la comunidad de Santa Rosa me uní al reclamo público, pues los niños y jóvenes deben salir a otras zonas con áreas de recreación para poder divertirse, teniendo a pocos metros de casa un espacio propio.
Pude conocer también, que es la comunidad quien le da mantenimiento al espacio, y hace pocas semanas se podó un monte crecido que se había convertido en un lugar de basura.