Es más fácil soportar una mala conciencia que una mala reputación. Friedrich Nietzsche. No obstante en Valledupar, las actuaciones y la conducta de los dirigentes de la ciudad discurren bajo sospecha. La situación no trata de hechos que señalen las apariencias de lo que salta a la vista, al contrario, por casos muy puntuales tienen origen en la evidencia.
Durante 4 años el Concejo Municipal, estuvo en la escena de las investigaciones disciplinarias, capoteadas con supuestos vacíos legales, y fueron eficientes, lograron permanecer hasta hace poco incólumes, a pesar de la existencia de un acto administrativo que ordena destitución y sanción. Y esto no fue suficiente, varios de los 16 concejales inmersos en el proceso, lograron reelegirse en cuerpo ajeno.
La fabricación de mala reputación en Valledupar, hago referencia de los servidores públicos, no escapa de las actitudes cortesanas envidiosas que hacen correr la voz en procura del descredito, por esta peculiaridad, el ejercicio de la función pública debe edificarse como una fortaleza inexpugnable, porque el prestigio es la piedra angular del poder, capaz de advertir ataques potenciales y es un argumento heroico para intimidar y ganar.
Recientemente, cayó en el foso de la sospecha el proceso para la elección de personero. Este caso que convocó la atención de la ciudadanía, en contraste de la depreciación del prestigio, estuvo enfrentado por un servidor público con buena imagen o reputación, que se mantuvo inexpugnable ante unas débiles evidencias testimoniales.
Sin embargo, quedó la sospecha en el ambiente, con énfasis en bochinche pueblerino. El proceso para la elección de personero y contralor municipal, por asuntos de estricto deber legal debe seguir su curso, será una misión del recompuesto Concejo Municipal y la primera prueba de fuego, para los nuevos cabildantes de la siguiente vigencia.
La continuidad de los procesos bajo sospecha se traslada a la academia, el proceso de elección de rector en la Universidad Popular del Cesar, simboliza el lugar donde el desprestigio es una corte para la crucifixión. Mientras las universidades del siglo XXI, están enfocando sus esfuerzos en los cambios del mercado laboral calificado, enfrentar la irrupción de la IV Revolución Industrial, mayor competencia entre instituciones, demandas del sector productivo/servicio, adopción de modelos de gestión empresariales para poder competir y sobrevivir institucionalmente, acreditación, intercambios, virtualización y alianzas estratégicas, los candidatos a presidir al alma mater del Cesar, primero buscan el guiño político, en vez de permeabilizar con gruesas capas el emporio académico de los alcances de la politización, que solo ha servido para llevar a la universidad al último lugar entre estas instituciones públicas del país.
Otros escenarios para nutrir la descredito lo concentran la realización de los juegos bolivarianos, la situación administrativa y financiera de Emdupar y la inflación de la implementación de algunas obras del actual gobierno municipal, léase plaza Alfonso López y la casa en el aire. La reputación no admite excepciones, aunque es posible que la opinión de los demás resulte indiferente, para casos unipersonales, que pueden resistir con insolencia y arrogancia, sin embargo, es absolutamente perjudicial para el territorio, Valledupar no puede darse ese lujo.
Es muy difícil recuperarse de la ruina de la reputación, los hechos que he narrado coadyuvan sin contemplaciones, en el plano local estos casos rápidamente pasan al olvido, pero quedan muy vigentes en los buscadores de oportunidades de inversión.