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Bajo el cielo de Cuba

Por: Raúl Bermúdez Márquez
Lo primero que divisé desde el cielo de Cuba cuando el avión iniciaba la aproximación hacia el aeropuerto José Martí de la Habana,  fue la hermosura de los inmensos cultivos tabacaleros en forma de círculos concéntricos. Observarlos desde arriba suscitó en mí una mezcla   de asombro y sosiego parecida a la que se siente al ingresar a la sabana de Bogotá y descubrir el orden, la majestuosidad y la belleza de los cultivos de flores de esa meseta inmensa.
Luego, en el camino hacia el hotel, un afable cubano de nombre Francisco que ya supera los sesenta años y  chofer del microbús que nos transportabaa cinco colombianos, presentó excusas porque tenía que hacer escala en una estación de gasolina y aprovisionar al vehículo de combustible. “Más vale prevenir que curar muchachos, a este caballo  pa’que camine también hay que alimentarlo”, nos dijo con  jocosidad y el acento caribeño característico de los isleños. Aproveché para hacer la conversión del precio del litro de gasolina a pesos colombianos y constaté que el galón (cuatro litros aproximadamente), en Cuba cuesta unos 5 dólares, es decir, nueve mil pesos colombianos al cambio de hoy. “Menos caro que en nuestro país, que produce petróleo” fue lo primero que se me vino a la mente. Franco, continuó el viaje precisando cada lugar por el que transitábamos: “ese es un gran taller de mantenimiento automotriz, allí funciona tal escuela, aquí es la clínica de ciegos, este es el barrio tal” repetía con el dominio propio de quien ha realizado el mismo oficio durante mucho tiempo. Algo que me llamó la atención es la gran arborización de la ciudad, sobretodo de mango lo cual de paso me recordó a Valledupar.
Me sacó de la añoranza momentánea del terruño, la respuesta de Francisco a una pregunta de uno de los miembros de la delegación: “Aquí en Cuba el que no trabaja es porque no quiere” dijo con cierto orgullo.  Después comprobé que también allá el que no estudia, es porque no quiere –porque hasta el posgrado es gratuito-, el que no tiene asistencia médica es porque no quiere, -porque hasta la medicina especializada es gratuita-, y el que prefiere quedarse en casa los fines de semana viendo la televisión también es porque quiere porque la cultura, el entretenimiento y el deporte son actividades al alcance de  todos y de todas en Cuba.
El único hecho de sangre de que tuve noticia fue en un pequeño accidente de tránsito en la vía a la península de Varadero, un trabajador que salía de su empresa trasnochado se durmió por un instante y colisionó con otro vehículo produciéndole como resultado una pequeña incisión en el rostro. La seguridad es una conquista preciada de los cubanos que valoran y cuidan enormemente. Desde luego, es una sociedad con problemas  a veces muy complejos por resolver. Lo reconocía Miguel Ángel, el taxista que nos condujo a Varadero: “En Cuba el problema del ingreso nos afecta y hace que algunos prefieran probar mejor suerte en el exterior. Aquí el profesional que recién egresa de la universidad tiene su enganche laboral asegurado, pero su ingreso mensual está en un promedio de 500 CUC”, (peso convertible cubano que equivale a 0,98 dólar y alrededor de 2000 pesos colombianos).  Por eso algunos se dedican también a actividades relacionadas con el turismo que es la principal fuente de divisas de Cuba.
Otra dificultad son los costos de las comunicaciones y la conectividad con el mundo exterior. Pagué minuto a 3.3 CUC es decir, a 6.600 pesos y la velocidad de navegación es baja. Me imagino que esto tiene que ver con el hecho de que se considere a las telecomunicaciones como un asunto de seguridad nacional y entonces la tecnología de las grandes multinacionales del sector no está presente en la Isla sino que es responsabilidad de empresas estatales que no compiten entre sí ni disponen de tecnología de punta. Es una consecuencia del embargo comercial que sufren desde 1961.
Sin embargo, son problemas que la disciplina, el coraje, la mística y la determinación de crecerse ante las dificultades del pueblo cubano, hará que más temprano que tarde salgan airosos de los retos que el día a día les impone. Mi agradecimiento desde Colombia a ese pueblo que nos acogió con mucho cariño durante una semana inolvidable.

raubermar@yahho.com

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