Primero fue la firma calificadora de riesgo S & P Ratings la que rebajó la perspectiva desde estable hasta negativa a la deuda soberana de la Nación, advirtiendo que “la perspectiva negativa indica nuestra visión de los riesgos a la baja para las métricas fiscales y externas de Colombia durante los próximos 18 meses. La reciente caída en los precios del petróleo, junto con el impacto global negativo más amplio de COVID-19, ha aumentado las preocupaciones sobre sus perspectivas de crecimiento económico”.
Como lo advertimos después de conocer la decisión de S & P, Colombia está a un escalón de perder la calificación inversionista de la deuda soberana de la Nación. Ahora registramos con preocupación el hecho que la calificadora Fitch, le rebaje la nota de BBB, a BBB- con perspectiva negativa, al igual que S & P. Argumenta Fitch que “la rebaja refleja el probable debilitamiento de las métricas fiscales claves, a raíz de la recesión económica” por las mismas razones.
Cabe preguntarse qué consecuencias siguen para Colombia con esta rebaja de la calificación de su deuda soberana. Es bien sabido que la caída del rating soberano de la deuda pública tiene como primer efecto la dificultad para colocar sus bonos de deuda y el encarecimiento de esta al tener que pagar más altos intereses para hacerlos atractivos a los inversionistas
Esta revisión de la calificación por parte de las calificadoras de riesgo le inflige un duro golpe al país y se da en un momento excepcional, inédito para el país, por ello coincido con el ex ministro de Hacienda y Crédito Público Mauricio Cárdenas, quien expresó que “las calificadoras se están precipitando. Deberían dar un compás de espera a ver cómo se estructura todo el paquete de respuesta a COVID-19” antes de dar su dictamen.
Así no se comparta la decisión que han tomado estas dos firmas calificadoras del riesgo de la deuda soberana de la Nación, el hecho cierto es que han dejado al país a un solo paso del “grado de no inversión, especulativo”, que es el eufemismo para significar que los bonos de deuda que emita el país objeto de esta descalificación son considerados “bonos basura”.
Aunque diga lo contrario el director de Crédito Público, César Arias, para quien “es un momento precipitado para preocuparse por perder el grado de inversión”, ello no es irrelevante, este es un duro revés para la política fiscal y le resta margen de maniobra en momentos en los que las finanzas públicas están siendo más exigidas y en su mayor grado de stress a consecuencia del efecto combinado de la pandemia y la caída de los precios internacionales del petróleo. Recordemos que la última vez que Colombia perdió la calificación inversionista fue en 1999, año en que la economía entró en recesión y 21 años después estamos ad portas de una nueva recesión y ojalá no de la pérdida de la calificación inversionista.