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Baile eterno

Hace  tiempo, 70 años tal vez, el  historiador colombiano, Germán Arciniegas escribió   “Biografía del caribe”,  ensayo sobre el  estudio sociológico,  intentaba  conceptualmente definir al hombre del caribe, el hombre nuevo hasta entonces. Otro gran costeño de nacimiento, Juan Gossaín, en una charla   defendía su teoría multirracial, donde tantas sangres revueltas, distintas, con sus afanes, propósitos, descubrimientos, pensamientos y cien cosas más, formaron parte de nuestro actuar. O mejor, lo que somos.

Desde  mares antiguos llegaron españoles, ingleses y franceses, los tres grandes reinos de occidente en la conquista americana, el Caribe, pretexto principal de encuentros, y  entre nosotros Cartagena el centro receptor negrero, como reemplazo  de la Habana, en la mayor infamia de la humanidad,  la esclavitud humana, desde distintos lugares de África.

Con esa mezcla,  que luego se sumaron portugueses, italianos, alemanes, indios, chinos y árabes, formaron esa extraña mezcla que somos nosotros. En la literatura inventaron el nombre de realismo mágico, pero según Gossaín es realidad mágica. Hay muchos ejemplos en cada región, los vallenatos, por ejemplo,  no tenemos mar, somos  distintos, pero tenemos ‘esquirlas’ de esas razas fusionadas, así como la ciencia y magia de La Guajira en estos días recibe partículas de polvo del desierto del Sahara y eleva las temperaturas.

No demora, algún vivaracho en llevar  partículas en alguna forma, para negociar  con los andinos para ahuyentar el frio, ya lo verán.

Somos una mezcla de razas y de cosas. En  gastronomía, mezclamos intestinos con patas de vacunos y hacemos mondongo, los santandereanos agregan maíz y cenizas, y producen mute, los sabaneros  agregan caldo al queso, bledo y ñame y consumen mote,  los antioqueños agregaron de todo, como en botica y resulta la famosa bandeja paisa; ahora con la inmigración venezolana, agregan caraotas, cambur y papelón y tiene un nombrecito  grosero -por ahora- mientras  la palabra entra al lenguaje nativo.

Aplazado el  festival nos dejaron sin fiesta; los audios de “Cayita” Daza y Ana del Castillo, salvaron  abril; luego Chichí Quintero con “La siesta del mueble”, nos mantuvo en vilo; la siguiente semana una decisión judicial de alta Corte, revive jurídicamente a un grupo de concejales vallenatos que  estaban  fuera del pastel futuro de la política y sus  esposas, y ‘mozas’, estaban en sus sillas  tranquilas e inocentes como pájaros asustados.

Estábamos cerrando el capítulo, cuando anuncian y aplazan un viejo proceso del gobernador Monsalvo, y revienta un cohete polvorero, la rectoría de la Universidad Popular del Cesar celebre en los últimos años, por tener más rectores que estudiantes, para que mencionar el tapabocas obligatorio de la secretaria de Salud Municipal, copiando al anterior contralor departamental del Cesar, cuyo permio al silencio, ha sido mejor homenaje al cantor Jorge Oñate.

 Y nada que acaba la película. Escalona tendrá su fiesta por redes para no olvidar su partida hace 11 años, mientras que “La Ruta Escalona”, ahora con “La Casa en el aire” cuyo punto de partida es un desbarrancadero. Nos queda el tanque de Emdupar que el alcalde anterior anunció como la Octava maravilla del mundo, sin olvidar Besotes que inauguran la otra semana. Virtualmente, ¡por supuesto!

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