Con lo sucedido el sábado en la frontera colombo-venezolana toma más fuerza la idea de que la única forma de derrocar a Nicolás Maduro es a través de una intervención militar por parte de Estados Unidos.
De la alegría del concierto Venezuela Aid Live, se pasó al desconcierto por el violento freno que le puso la Guardia Venezolana a los camiones que desde Colombia pretendían llevar ayudas humanitarias a ese país. Maduro ganó el primer gran pulso en la frontera al impedir el ingreso y distribución de las ayudas enviadas, en su mayoría, por el gobierno gringo, situación que según analistas políticos era una posibilidad contemplada por Donald Trump y que podría ser utilizada para justificar una intervención militar.
En ese entendido, la reunión del grupo de Lima, hoy en Bogotá, será decisiva para que se siga buscando una salida diplomática a la crisis del vecino país. La posición que asuma Colombia será decisiva en cualquier escenario, por su cercanía política con Estados Unidos y cercanía territorial con Venezuela; solo territorial teniendo en cuenta el rompimiento de relaciones diplomáticas que declaró Maduro mientras se presentaban enfrentamientos en la frontera.
Que nuestro país haya sido la principal plataforma para el intento de ingreso de ayudas a Venezuela, ha generado todo tipo de críticas contra el gobierno de Duque. Pero si bien es cierto que en nuestro país también hay gente muriendo de hambre y por falta de medicinas, no se puede desconocer que de lograrse un cambio en el país vecino el más beneficiado será el nuestro.
Colombia debe seguir apostándole a un cambio en Venezuela, pero por la vía democrática. Si Venezuela sale de la crisis en la que está sumida, bajarán los índices de venezolanos deambulando por las calles colombianas, cesará la competencia desleal de mano de obra, podrán destinarse más recursos para la salud de los colombianos que hoy deben compartir un deficiente sistema asistencial con los hermanos en calamidad.
El cambio está cerca, las manifestaciones del fin de semana no serán en vano, tendrán alguna repercusión en las decisiones políticas y económicas de la república bolivariana. El primer gran resultado ha sido la deserción de casi un centenar de miembros de las fuerzas armadas venezolanas, que prefirieron huir a este lado de la frontera que seguir enfrentando a su coterráneos por orden del régimen. Esos policías y militares demostraron que puede más el dolor de patria que el beneficio personal que puedan recibir respaldando al cuestionado gobierno de Maduro.
Lo que esperamos es que lo más pronto puedan organizarse las elecciones presidenciales para que de forma democrática y transparente, los venezolanos puedan escoger al líder que consideren pertinente para comenzar a trabajar por el resurgir la república bolivariana.
Con Maduro puede repetirse la historia de Manuel Noriega en Panamá, quien fue apartado del poder a través de una intervención militar por parte del gobierno estadounidense. La invasión gringa, hace 30 años, dejó cientos de muertos civiles y militares, una sangrienta operación que acabó con esa dictadura.
Para el caso actual, consideramos que el origen de la crisis en Venezuela es político y de esa índole debe ser la solución.