El aumento en el costo de la vida se ha convertido en uno de los principales dolores de cabeza de las amas de casa y jefes de hogar de Valledupar y la región. Cada vez la plata destinada para el mercado rinde menos y – en algunas regiones- las tarifas de los servicios públicos también están atentando contra la economía familiar. Es la inflación, como la llaman los profesionales de la economía. En otras épocas la llamaban carestía. Lo del nombre es lo de menos, el fenómeno es el mismo: con el mismo dinero, con la misma plata, cada vez se compra menos.
En efecto, el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), publicó esta semana la variación del índice de Precios al Consumidor (IPC) del mes de septiembre y los resultados no pueden ser más desalentadores: el IPC subió en septiembre 0,93 por ciento, más del doble de la cifra del mismo mes en 2021, cuando fue del 0,38 %. En el año corrido la inflación va en 10.08%; y la tasa de inflación anual – es decir septiembre de 2021 y septiembre de 2022 ya va por 11,44 por ciento. Mala noticia para todo el mundo.
La verdad, monda y lironda, es que se trata de un fenómeno global: el problema de la inflación está en Europa, en Estados Unidos, y – claro- también en América Latina y en Colombia, específicamente. Para el problema de la inflación, que es un fenómeno multicausal no hay recetas únicas. Esta vez, el problema se debe al incremento en el precio de los fertilizantes, en el mundo, por el conflicto Rusia-Ucrania, pero también a problemas de logística en el comercio internacional, y al aumento de la cantidad de dinero en circulación, es decir la llamada liquidez, que se le inyectó a la economía para afrontar la pandemia del Covid 19.
En el caso de Colombia, el problema se concentra mucho en el incremento en el precio de los alimentos básicos, ante lo cual el equipo económico del Gobierno del presidente Petro, ya ha anunciado medidas concretas y específicas como la importación de fertilizantes.
Acá, en la región, la Secretaría Departamental de Agricultura y los gremios del sector agropecuario y comerciantes, podrían articular acciones conjuntas para buscar la manera de abaratar los costos de esos insumos.
También, en el caso de las alcaldías, mucho se puede hacer estimulando la operación de mercados campesinos para acercar más a productores y consumidores y reducir, aunque sea en parte, la red de intermediarios.
Hay que advertir que hace falta la labor social que ejercía el desaparecido Idema o instituciones como las cajas de compensación familiar.
En el Cesar tenemos tierra, recurso humano y conocimiento para producir más alimentos y reducir nuestra dependencia de la importación de otras regiones del país. Traer alimentos de afuera nos sale más caro que producirlo acá. Así de claro y de sencillo.
Otra estrategia que se puede aplicar, en la región es mejorar la información de los productos en cosecha y fomentar el consumo de aquellos que están con buenos precios, para lograr, hasta cierto punto, una sustitución de lo mismos. Este tema no es fácil por razones culturales, pero ayuda un poco cambiar yuca por plátano, o arepas de maíz por pan, por ejemplo, cuando alguno de los alimentos está subiendo de precio se puede y se debe hacer esa sustitución. A nuestras abuelas y madres les enseñaban economía del hogar en las escuelas. Hoy, esto se puede volver a hacer.
Con medidas como los mercados campesinos, la información sobre productos en cosecha, y el tema del control a las tarifas de energía, se puede hacer mucho para atacar y atajar el fenómeno de la inflación.