Amylkar D. Acosta M1
El 18 de mayo de 2004 tuvo lugar en Cartagena la primera ronda de las negociaciones del TLC entre Colombia y EEUU, el 22 de noviembre de 2006 se firmó por ambas partes, pero el viacrucis para su ratificación por parte de EEUU se prolongaría hasta el pasado 21 de octubre y ahora, por fín, entrará en vigor el 15 de este mes. Qué se puede esperar de él?
Los tratados comerciales per se no son ni buenos ni malos, todo depende de sus cláusulas. Pues bien, aunque tenemos claro que este tratado fue mal negociado, que prácticamente es un tratado de adhesión, más ventajoso para EEUU que para Colombia, asumamos en gracia de discusión que no fue así y que en consecuencia la cancha está nivelada. Ni aún así será beneficioso para Colombia. Por qué razón?
Veamos:
Primero, porque no tenemos una oferta exportadora. La más clara demostración de ello es que llevamos años con el mercado de EEUU abierto a nuestras exportaciones libre del pago de aranceles y el máximo aprovechamiento que ha hecho Colombia de los beneficios del ATPDEA es del 54% contra un 84% por parte del Perú. Pese al espectacular crecimiento de nuestras exportaciones en los dos últimos años, Colombia está todavía muy lejos de equipararse con sus pares. Como lo señaló el ex ministro de Hacienda Oscar Iván Zuluága,“la exportación por habitante de Colombia es menor que la de Ecuador, la suma de las exportaciones e importaciones como proporción de todo lo que produce la economía es menor que en Perú, Argentina y Chile, con 60% menos de población que Colombia, exporta 40% más”.
Las cifras de ANIF son muy reveladoras: “la relación exportaciones totales (bienes y servicios)/PIB es una de las más bajas de América Latina, pues permanece en niveles del 19% frente a la media del 33% de la región, similar a la de principios de los años 90, cuando empezamos a hablar de ´apertura comercial´…El valor total exportado per cápita (incluyendo bienes y servicios) tan sólo alcanzó los US $1.260 en 2011, bien por debajo de la media de América Latina (US $2.400)…o frente a nuestro habitual referente de Chile (US $4.800)”.
Pero, hagamos de abogado del diablo y asumamos que sí tenemos la oferta exportadora que no tenemos, sobre todo ahora que están tan afectadas por el creciente proceso de reprimarización de la economía (el valor agregado industrial pasó del 24% al 13%!) bajo el peso de la revaluación del peso frente al dólar (ha acumulado más de 9.3% en lo corrido del año), nos topamos con el siguiente escollo y es que no somos competitivos. Y no somos competitivos porque, como lo pudo establecer el Plan Estratégico de Transporte 2003 – 2006, entre otras cosas, “debido, en gran medida, a la alta participación de los costos de la operación logística del transporte, en el precio final de las mercancías”. Así es que, si bien es cierto que con el TLC con EEUU se nos abre un mercado inmenso de 310 millones de consumidores de altos ingresos (US $47.400 de ingreso anual percápita), a falta de competitividad ello es como darle pan a quien no tiene dientes.
Así se diga, sin fundamento, por parte del Zar del TLC Hernando José Gómez que “competimos muy bien frente a nuestros eventuales competidores de otros países”, la realidad es otra. Basta con señalar que, de acuerdo con un estudio de la Cámara Colombiana de la Construcción, un exportador colombiano incurre en un sobrecosto de sus exportaciones del orden del 18% “por serios retrasos de la Agenda Interna en materia de infraestructura”.
Nos preguntamos de qué le sirve al exportador colombiano dejar de pagar el 4%, que es el arancel promedio en los EEUU, si aquí le toca “pagar” un sobrecosto de casi 5 veces el arancel que va a dejar de pagar por cuenta de los sobrecostos. En definitiva nuestros golpeados exportadores y también nuestros productores nacionales, que tendrán que vérselas para competir con las importaciones favorecidas por la tasa de cambio, mientras discurren por el corredor de la muerte mascullarán, como los gladiadores de la antigua Roma: Ave, cesar, los que vamos a morir te saludamos!
Mayo de 2012
www.amylkaracosta.net
1 Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas