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Autocrítica o inexorable declive

Algunos en el Centro Democrático sostienen que se ganó porque ahora se obtuvieron cuatro gobernaciones y en el 2015 solo una. Antes, Casanare, ahora Amazonas, Casanare, Vaupés y Vichada. Y porque de 56 alcaldías se subió a 121. Cierto. Pero, el punto de referencia debe ser el 2018, donde el CD eligió el mayor número de parlamentarios y Presidente. Y el CD perdió en todos los grandes departamentos, en todas las ciudades capitales y en la mayoría de las ciudades intermedias.

¿Motivos de la derrota? Varios: 1) la impopularidad del Gobierno. Aunque sea injusta, y sinceramente creo que lo es en su mayoría, esa calificación impacta necesariamente al partido de gobierno. Si le va bien a Duque le va bien al CD. Y al revés. 2) la erosión de la imagen del presidente Uribe, afectada tanto por la calificación del gobierno como por los ataques sistemáticos a su reputación desde los medios y del sistema judicial. 3) la permanencia en los cargos de representación territorial de un buen número de funcionarios santistas: da la imagen de que no ha habido cambio, no permite que los uribistas ocupen posiciones de poder, hace vulnerable a los líderes regionales del partido a las críticas de la base que, legítimamente, esperaban participar del gobierno, y, no deja de ser paradójico, fortalece a los partidos que perdieron la Presidencia pero no la burocracia ni el control presupuestal. 4) ciertas acciones de gobierno que afectan a la base del partido como, por ejemplo, el borrador de resolución sobre el aborto, la demora en crear la zona económica especial en Norte de Santander, la política cafetera. 5) la dificultad enorme para un partido joven como el CD, con una débil estructura regional y municipal, para encontrar candidatos competitivos. 6) los sistemas de escogencia de candidatos y, en especial, el uso de encuestas abiertas con muestras que privilegian a los externos sobre la militancia. 7) la demora en la definición de los candidatos.

Hay además unas causas de aún mayor profundidad que ameritan profundas reflexiones adicionales pero que se pueden enunciar: 8) el CD está perdiendo a los jóvenes; 9) el CD no puede abandonar su discurso de seguridad, pero debe mostrar que su modelo de capitalismo social es el único que puede responder de manera sostenible a las necesidades de las poblaciones más vulnerables; 10) finalmente, debe reconocer que es un partido de opinión y que, por tanto, es en su propuesta programática donde está su vocación y su mayor fortaleza.

Por cierto, en política pierden todos los que no ganan. Pierden más quienes no reconocen la derrota. La autocrítica es indispensable para progresar. Ver los errores, aprender las lecciones, corregir y retomar la ruta de la victoria es lo que le corresponde al CD si quiere mantener su vocación de poder y estar preparado para la dificilísima batalla del 22.

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Rafael Nieto Loaiza: