El presidente Duque ha mostrado una benevolencia extrema para proteger a los senectos, ha dictado un decreto donde se prohíbe a los mayores de 60 años salir a la calle. Que amor a los ancianos. Será así con su querida madre que ronda los 70, la respetable matrona Juliana Márquez Tono. Los ancianitos como él nos dice no queremos esa protección, muchos tenemos aún aliento para limpiarnos el trasero.
Eso no es lastima, eso no es sentido de humanidad ni compasión. Eso es simple economía. Los ancianos después de trabajar más de 30 o 35 años tienen derecho a un descanso, diversión, oler la clorofila y sentarnos en un parque viendo pasar esas muchachas esbeltas que nos hacen cabecear lo que sabemos. Solo allí llegamos. Con el tiempo las máquinas humanas empiezan un deterioro por uso o abuso, como cualquier carro viejo necesita visitar con más frecuencia el mecánico en este caso al médico. Esto le cuesta al Estado un dinero no despreciable, pero esto no es ningún regalo, no lo hemos ganado. A nadie se le ha ocurrido averiguar cuanto se han ahorrado las diferentes Eps en esta pandemia, ya que cerraron sus puertas y siempre le dicen al paciente que vaya otro día, ese día va y encuentra la puerta en la misma condición, cerrada.
Esto trae a mi memoria una pequeña anécdota, hace ya un tiempo más o menos largo trabajé en Ecopetrol como médico general. De la noche a la mañana se murieron varios ancianos, jubilados, corría el rumor de que la empresa Ecopetrol había dado la orden de formular ciertos medicamentos para matar a estos pacientes. Esta noticia se regó como todos los chismes. Durante dos o tres meses los dispensarios médicos de la empresa estaban vacíos, los pacientes ancianos pasaban a kilómetro. Con el tiempo se pudo investigar que la causa de la muerte era el dengue. Por esta falsa noticia Ecopetrol se ahorró más de 10.000 millones en un corto tiempo.
Ahora cuanto espera el Gobierno ahorrarse con este decreto, Dios no quiera que se le ocurra abrir asilos para ancianos donde van a estar aislados y no se van a morir de covid-19, se van a morir de tristeza y de otras enfermedades, pero ahora nadie sufre de diarrea, infarto, miocardio, accidentes cerebrovascular; las baterías de investigación epidemiológicas están enfocadas solo para el coronavirus.
La experiencia se adquiere con la repetición y la repetición requiere tiempo, por eso los llamados viejitos tiene más experiencia que un joven de 20 años.
Qué podemos hacer con los viejitos como el científico Camilo Llinás, el senador Robledo, los expresidentes Gaviria y Samper. Se cambió la visión de la historia. Antes los ancianos eran el centro de las reuniones académicas, filosóficas y científicas. Hoy huelen a feo, sufren de incontinencia y se echan gases mal olientes. Hay que protegerlos, encerrarlos, mejor dicho buscar la forma que mueran sin mucho sufrimiento. ¿Habrá que buscar un nuevo Guillotin?
Señor Duque: nosotros nos protegemos, no queremos lastima. Saldremos a la calle con tapabocas N95, estaremos a dos metros de nuestros vecinos y nos lavaremos las manos frecuentemente. Esto será suficiente.