“Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿quieres ser sano? (San Juan 5,6)
El cristianismo no es solo una invitación para ser buenas personas. No es solo un programa para hacernos entrar en caminos que reformen la sociedad. El cristianismo comienza con una poderosa influencia sobre nosotros que nos invita a desear. Con un estudio de casos, trataré de sustentar mi afirmación.
En el estanque de Betesda, cada día llevaban a un hombre paralítico. Allí se reunían alrededor de la piscina una multitud de enfermos, ciegos, cojos y discapacitados, quienes esperaban el movimiento del agua; se corría el rumor que un ángel movía las aguas y el primero que se tirara después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. Allí se reunían todos los desesperados que deseaban un milagro de sanidad. Este hombre había ido allí por los últimos treinta y ocho años, esperando ser el afortunado. Pero como nada ocurría, lentamente perdió las esperanzas. ¿Por cuánto tiempo podemos sostener nuestros deseos contra las continuas desilusiones? Cuando Jesús le pregunta si quiere ser sano, lo lleva de vuelta a aquello que tanto deseó: ¡su sanidad! ¿Por qué lo hizo? Porque es allí, en nuestros más íntimos deseos donde Dios se manifiesta.
En otra historia, cerca de Jericó, estaba un ciego de nacimiento, junto al camino mendigando. Cuando Jesús pasó por allí, se levantó y comenzó a clamar; Jesús detuvo la marcha y lo mandó llamar. Cuando estuvo frente, Jesús, le preguntó: ¿qué quieres que te haga? ¡Maestro, que reciba la vista! Contestó el ciego. ¡Su deseo era clarísimo!
En otro pueblo de Samaria, Jesús vio a una mujer que,contrario a las costumbres, al calor del día, vino al pozo a sacar agua; ambos sabían por qué. Porque era menos probable encontrar a otras personas, puesto que, la mala reputación le acompañaba siempre. Allí Jesús le pidió de beber, y después de un diálogo interesante en el nivel de la teología, Jesús le hace volver a su verdadera necesidad que no había podido suplir su vida licenciosa. ¡El agua de la vida eterna que tanto deseó!
Más adelante, Jesús extiende la oferta a cualquiera que se dé cuenta que su vida no está conectada a su deseo profundo: “si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.
El verdadero mensaje cristiano no es una espiritualidad que mata el alma, no es una religión muerta de deberes y obligaciones. Es posible que, hayamos abandonado el deseo y lo hemos reemplazado con el conocimiento y el desempeño como la clave de la vida. Vemos como Jesús revoluciona el asunto y comienza a apelar al deseo. Una y otra vez, lleva a la gente de nuevo a sus deseos. Al cansado le habla de descanso. Al perdido le habla del camino. Al dudoso, le habla de promesas.
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” son palabras insólitas, estimulantes; son palabras que invitan y despiertan el deseo. Deseo no necesariamente de las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
¿Qué es lo que deseas de la vida? Permite que Jesús haga renacer, despierte e intensifique ese deseo. Todo aquello que puedas desear, tendrá que ser lo suficientementegrande como para pedir, buscar y llamar.
Jesús guiará tus pasos. ¡Adelante!
PD: Felicitaciones a los ganadores del Festival. Ellos cumplieron su deseo…