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Atraco funerario

 

“El epitafio dirá escrito en letras de molde aquí yacen las canciones que nos dejó mi papá”. Corresponde el aparte que hemos transcrito a la canción titulada ‘Mis hijos y mis canciones’, de la autoría del pacifico Dagoberto López, ya fallecido, padre de Dagoberto Jr. mi amigo que fue incluida por los Hermanos Zuleta en el LP ‘Vallenato Nobel’ en el año 1983, en la cual este al lamentar porque “canción que se graba es canción que se muere”, dejó plasmada la expresa instrucción para que el día que muriera así escribieran en la lápida que sellara su tumba.

Vino a mi mente esa canción que hace parte de los clásicos de nuestro folclor a propósito de un acontecimiento macabro sucedido en el corregimiento de Cotoprix, jurisdicción del municipio de Riohacha. Sucedió que el dieciséis de marzo reciente pasado falleció la señora Isabel Cristina Brito Medina, a la edad de 71 años, víctima de un infarto y fue sepultada al día siguiente y teniendo en cuenta que durante su periplo vital siempre le gustaron las finas prendas que incluían aretes, anillos, cadenas y gargantillas de oro, sus familiares tomaron la acertada decisión para que su cumpliera su voluntad hasta último momento de sepultarla debidamente “emprendada”, circunstancia que fue muy notoria y comentada en el pueblo porque pudo ser advertida por quienes fueron al velorio y quienes participaron en sus honras fúnebres.

Resulta que al parecer entre quienes fueron a expresar sus condolencias a su familia también estuvieron algunos salteadores de caminos, y como son los primeros que se preparan para la fiesta, vieron en la infortunada mujer el objetivo perfecto para financiar las parrandas de Semana Santa con un asalto sin mayor resistencia.

Cómo les parece que la señora fue sepultada por su gente en el cementerio del pueblo donde se presumía que descansaría en paz para siempre, pero no fue así ya que fue literalmente desenterrada para asaltarla y los “necrocacos” la despojaron de todas sus prendas, lo que no sabían los profanadores de tumbas es que se llevaron consigo no un botín sino la cajeta porque no le colocaron prendas de oro de verdad sino de oro goldfield; quedaron entonces con el pecado y sin el género y con la gran preocupación que de acuerdo con lo que han dicho quienes estuvieron alguna vez clínicamente muertos y han regresado, es que lo que se va al hoyo es el cuerpo porque el espíritu queda afuera y lo más seguro es que alguna noche de luna llena despierten cogidos por el gañote para que respeten a los difuntos.

Es posible que a esos bellacos les esté pasando como en el cuento que nos contaba mi abuelo que había un hombre ladrón a quien todo le salía bien porque tenía pacto con el diablo, todas las mujeres dejaban a los maridos para volarse con él, cada vez que pagaba algo le devolvían la plata, se ganaba el chance sin apuntarlo y se ganaba la lotería sin comprar el quintico, y se ufanaba de su buena suerte, y decía “yo si soy de buena”, hasta el día que amaneció de malas, olvidó entregar una alma y el diablo se lo llevó a él.
Que miedo, no quisiera estar en el pellejo de los atracadores funerarios, ojalá no vuelvan a dormir solos porque pueden recibir la inesperada visita de alguien enviado directamente desde el purgatorio, ya uno ni en el cementerio está tranquilo.

@Nene_AcostaM

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