La primera semana del mes de marzo del año pasado (2017) se conoció la noticia de la muerte de diez indígenas koguis y wiwas. Según un reporte entregado por la EPS Dusakawi se trataba del brote de una enfermedad desconocida, cuyo tiempo de evolución fue de 6 a 8 días, murieron cuatro niños menores de un año y seis adultos, entre 25 y 65 años.
En ese momento una comisión integrada por diferentes instituciones fueron hasta los asentamientos indígenas Zinkaka, Tusimake, y Bunkuana, localizados en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde se registraba la emergencia sanitaria.
Recordamos esta situación ocurrida hace casi un año para preguntar ¿qué pasa con el seguimiento de las autoridades de salud a las comunidades indígenas? ¿Hay programas de prevención permanentes en las zonas indígenas? Porque se percibe que solo salen a relucir los nombres de estas comunidades cuando tienen problemas, como los que atraviesan nuevamente los indígenas wiwa y koqui.
La noticia esta vez fue que varias instituciones fueron al pueblo indígena Wiwa de las comunidades Sinkaka, Tusimake, Auyamal, Limoncito, Sinka y Bernarda, a “rescatar cinco niños indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta con graves problemas de salud”.
¿Por qué esperar que mueran más indígenas o que estén gravemente enfermos para aparecer con los programas o las jornadas de salud? En todo este año que ha transcurrido desde la muerte de los más de diez indígenas no se conoció de jornadas preventivas en esas zonas.
Está muy bien que den a conocer en este momento que las Secretarías de Salud, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el Ejército Nacional, entre otros, hayan unido fuerzas para traer a Valledupar a los enfermos, pero sería mucho más agradable informar que están de visita en la Sierra Nevada con jornadas preventivas de salud.
Los indígenas, según informó el ICBF, denunciaron que no tiene comida, su seguridad alimentaria es incierta y ante ese panorama la desnutrición y la aparecieron de otras enfermedades es inminente. Nos unimos al llamado que hizo la directora del Instituto de Bienestar Familiar, Karen Abudinen Abuchaibe, quien insistió que se requiere de un trabajo coordinado para garantizar los derechos de los niños. Por lo menos ya anunciaron que visitarán cada mes las zonas indígenas para hacer seguimiento, lo mismo deben hacer las otras instituciones y no esperar otra emergencia sanitaria para aparecer. Los indígenas merecen más atención.