La virtualidad y el aislamiento también se volvieron parte de la cotidianidad de los 24 antiguos espacios de capacitación y reincorporación, ETCR, en los que realizan su proceso de reincorporación cerca de 3.000 excombatientes de las Farc-EP, y sus familias.
El miedo a la propagación del coronavirus, ante las pocas condiciones sanitarias que tienen, se suma a los desafíos propios de la reincorporación que ya enfrentaban las comunidades de excombatientes antes de la pandemia.
“Nosotros vivimos en precarias condiciones, no tenemos un baño por vivienda, aquí compartimos tres baterías sanitarias para todos y no tenemos acueducto ni alcantarillado, el virus en estas condiciones sería fatal”, dice Wilman Aldana, uno de los líderes del antiguo ETCR de Tierra Grata, en Manaure, Cesar.
Por eso, y siguiendo las recomendaciones del Gobierno, en estos espacios se prohibió la entrada de visitas y de personal externo, se restringieron las salidas de personal y se han realizado jornadas de desinfección y campañas pedagógicas. Además, instancias de coordinación entre las partes, como la Carpa Azul y la ITPS, en los que participa la Misión de Verificación de la ONU, se continúan realizando, pero de manera virtual.
En Guaviare, tanto en los antiguos ETCR de Colinas como en Charras, las personas en proceso de reincorporación realizan jornadas pedagógicas de hábitos saludables, como el lavado de manos y hervir el agua para consumo, y niños y niñas participan de las jornadas pedagógicas de la Secretaría de Salud, el Ejército y el ICBF. En la entrada de cada espacio, hay una ducha para bañarse antes y después de salir.
Wladislav Aguirre, uno de los líderes del antiguo ETCR de Filipinas, en Arauca, ha sido enfático en afirmar que la población en proceso de reincorporación ha acatado de manera definitiva las medidas: “Nosotros estamos ahora en la legalidad y por eso seguimos las directrices del Gobierno”.
MUJERES LIDERAN LA PREVENCIÓN
Daniela Canticuz, quien se certificó como auxiliar de enfermería en el Sena, después de curar heridas en la guerrilla, está a cargo del tema de salud en el antiguo ETCR de la Variante, en zona rural de Tumaco, Nariño.
“Lo primero es reconocer los síntomas”, dice Daniela, quien atiende a niñas y niños y asesora a los padres sobre el manejo del malestar en casa. “La mayoría viene con gripas o malestares leves. La motivación para ayudar a la comunidad es evitar que llegue esta enfermedad a nuestros hogares”. Daniela teme que su hijo se enferme.
Si se presentan casos de personas con síntomas persistentes o enfermedades más graves, ella se apoya en la enfermera de OIM quien hace seguimiento telefónico y realiza el enlace con el Hospital Divino Niño, en caso de que sea necesario buscar atención médica más especializada.
Aunque el 98 % de los excombatientes está afiliado al sistema nacional de salud y pueden recibir atención en los municipios cercanos, en los 24 antiguos ETCR hay servicios temporales de salud que se han visto afectados por la crisis, lo que está siendo monitoreado por el Gobierno, la FARC y la Misión de Verificación de la ONU.
En Tierra Grata, en el Cesar, por ejemplo, donde un médico rural iba dos veces al mes a realizar consulta externa, seguimiento y citologías, y donde se contaba con gestores de salud del SENA, ahora el lugar que hacía de puesto de salud está fuera de servicio.
ACOMPAÑAMIENTO VIRTUAL Y TELEFÓNICO
La Mesa Técnica de Salud del Consejo Nacional de Reincorporación se reúne constantemente y de manera virtual coordina las medidas de respuesta a la covid-19 en comunicación permanente con los ETCR. Esta Mesa está integrada por delegados de FARC, de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, ARN, el Ministerio de Salud y Protección Social, y de la Misión de Verificación de la ONU.
“Tenemos una ruta de atención, por si llega a presentarse un caso sospechoso de covid-19”, cuenta Alminda Mindiola, otra enfermera de las antiguas Farc, ahora también certificada por el Sena, y responsable de salud en Tierra Grata. “Estamos en comunicación diaria con ARN y participamos una vez a la semana de la Mesa Técnica de Salud. Además, tenemos una línea directa con el hospital de La Paz y con el del municipio de Manaure, y ya hemos, incluso, realizado consultas telefónicas con médicos, gracias a esta articulación”.
Las Mesas de Género de los antiguos ETCR también han jugado un papel clave en la prevención de la violencia intrafamiliar y de género, no solo en los espacios sino también en las comunidades cercanas, ante el incremento de casos a nivel nacional.
Para promover la equidad de género y la convivencia, ONU Mujeres y la Fundación Hombres en marcha desarrollan el proyecto ‘Masculinidades para la paz’, en el antiguo ETCR de la Variante en Tumaco, Nariño.
“Hombres trabajamos por la igualdad, que no sea violenta tu masculinidad”, dice el coro de la canción lanzada en plena cuarentena y fruto del trabajo de mujeres, niños y hombres que en los últimos meses se han capacitado en materia masculinidades no violentas y corresponsables. Esto complementado con campañas de la Policía y otras entidades, busca prevenir la violencia intrafamiliar y de género.
PROYECTOS PRODUCTIVOS A MEDIA MARCHA
Entre las medidas tomadas para cumplir con la cuarentena se pararon las clases del programa “Arando la Educación” y se ha limitado el número de personas que pueden trabajar en los proyectos productivos que aún siguen funcionando.
“Muchos proyectos están completamente parados, otros funcionan a media marcha y una pequeña cantidad, sobre todo relacionados con la seguridad alimentaria, como proyectos avícolas, han jugado un papel fundamental en la cuarentena para el autoabastecimiento”, según Jeiner Arrieta, excombatiente del antiguo ETCR de Pondores, en La Guajira.
En Pondores, el único de los proyectos del agropecuario que no ha parado es el avícola apoyado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la ONG Paso Colombia.
“La producción está al máximo, producimos 150 canastas de huevos diarios (cada una de 30 unidades) y se está garantizando la demanda del ETCR y la venta de excedentes a un proveedor del mercado local de Fonseca, en plena época de escases del producto”, explica David Díaz, coordinador de la Granja Nueva Colombia. Los proyectos de Turismo, agregó, están completamente paralizados.
LA CRISIS COMO OPORTUNIDAD
Entre tanto, para otras cooperativas y proyectos esta crisis ha sido una “oportunidad” y afrontan la pandemia creativamente. En El Oso, en zona rural del municipio de Planadas, Tolima, el proyecto de piscicultura de la Asociación de Mujeres, Asomaproso, le vendió su producción de 26 arrobas de truchas a la empresa que abastece de alimentos frescos el antiguo ETCR, así no perdieron el producto y la empresa cumplió su entrega a la población excombatiente.
En Riosucio, Caldas, el proyecto piscícola en el resguardo indígena Cañamomo Lomaprieta vendió su primera cosecha de 200 kilos de tilapia naranja a comunidades locales. Mientras que, en Carmen del Darién, Chocó, excombatientes del antiguo ETCR Brisas cuidan un extenso cultivo de pepinos que sembraron al inicio de la cuarentena.
Por su parte, varios talleres de confecciones están fabricando tapabocas, bien sea para su uso dentro de los antiguos espacios o para donar y apoyar a las comunidades aledañas, como ha ocurrido en Icononzo (Tolima), Anorí (Antioquia), Tierra Grata (Cesar), Pondores (La Guajira), Caño Indio (Norte de Santander), Aguabonita (Caquetá), y hasta en Cauca, en donde en el ETCR de Caldono, excombatientes del taller “Hilando la Paz” están produciendo de manera artesanal tapabocas para los excombatientes y la comunidad con un material biodegradable conocido como cambrela, un tipo de tejido no textil que se produce como resultado de procesos de reciclaje.
UN NUEVO DESAFÍO
Para Carlos Ruiz Massieu, representante especial del Secretario General y jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia: “La situación actual de atención al Coronavirus presenta unas nuevas circunstancias a las cuales debemos ser capaces de adaptarnos”.
“Los desafíos a la implementación del Acuerdo de Paz son mayores, ahora, por las medidas de aislamiento, las restricciones a la movilidad y, específicamente del apoyo técnico directo a los proyectos de reincorporación. Eso se suma a las dificultades preexistentes. Por lo mismo, estamos trabajando con Gobierno y FARC para que a través del diálogo se puedan identificar acciones sobre medidas de contingencia para mantener los proyectos y fortalecerlos en cuanto se termine la cuarentena”, apunta Ruiz Massieu.
El apoyo de la Misión de Verificación de la ONU, la comunidad internacional, las organizaciones de la sociedad civil, las comunidades, las instituciones gubernamentales, así como la coordinación y colaboración entre las partes, serán fundamentales para adaptar la implementación del Acuerdo de Paz, asegurar el seguimiento de asuntos relacionados con la paz y evitar que se presenten casos de la covid-19 en los antiguos ETCR.
Por: Misión de Verificación de la ONU en Colombia