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Arte urbano y muerte

Mary Daza Orozco

El mundo juvenil bogotano y de otras ciudades se conmocionó con su llegada. Justin Bieber, el cantante canadienses de diecinueve años, causó tal revuelo que la Fuerza Pública se vio en aprietos para mantener el orden.

Biebergozó su venida a Colombia, estuvo en restaurantes y bares del norte de la capital y en otros lugares de diversión, de mucha diversión.

Llamó la atención que pintara grafiti escoltado por la policía, obvio es un personaje de otro país y hay que cuidarlo, así dijeron los agentes.

Paradójicamente en Miami, el pintor colombiano, también muy joven, Israel Hernández, no fue escoltado por la policía cuando pintaba una pared, a él lo mataron.

En Bogotá al joven Diego Felipe Becerra también lo mataron por pintar paredes y se le enredó la muerte, le trataron de delincuente, ya parece que comienza a aclararse.

El grafiti nació  en eras remotas, prueba de ello las pinturas en Lascaux, Francia, y me atrevo a decir que en las cuevas de Altamira en España, en las que imágenes rupestres eran hechas con polvillos y tinturas, al parecer soplada con huesos huecos de animales; como todo tuvo su proceso para llegar hasta lo que es hoy, se han escrito tratados, textos de su historia.

En Alemania, en la era Hitleriana, se usó para pintar y escribir consignas en contra de los judíos; el grafiti actual se desarrolló con fuerza en la década de los setenta en New York y Filadelfia, en donde artistas como Taki 183 y Corbreat, dejaban sus nombres (la mayoría apodos) en las paredes del metro de Manhattan; en Harlem, consignas contestarías; y Queens es el distrito de los grafiti.

Hay tratadistas que hablan de grafiti buenos y malos, bueno son los murales, las obras grades; malos, los que dejan consignas contra políticas o empresas.  

Su historia es extensa, el grafiti se fue por el mundo y en la década de los ochenta tomó fuerza el uso del aerosol. En toda época se adaptó a nuevas corrientes.

No es importante un dibujo, a veces una consigna es más diciente, recordemos la anécdota muy repetida cuando Vilma Palma, gerente de una empresa en Argentina fue víctima de un grafiti por parte de trabajadores en paro: ‘Vilma Palma es un vampiro’, con el tiempo se desgastaron unas letras y quedó ‘Vilma Palma e vampiro’, nombre que usó un famosos grupo de rock.

En fin, el grafiti tiene una sola y contundente definición: es arte urbano. Pero, ¿por qué persiguen a los grafiteros no famosos? Simplemente por la intolerancia, o porque afean las paredes, o porque se tiene la idea de que son pandilleros, revoltosos, malandrines; o por cualquier razón, pero ninguna es válida para dispararle a quien solo tiene por arma un aerosol, y solo proteger al que tiene fama, canta y enloquece a la juventud.

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