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Arroceros sin futuro

Tal como está el panorama hoy, el futuro de los arroceros en incierto. La crisis que viven los agricultores de este cereal en el norte de Valledupar es el reflejo de lo que sucede en el resto de zonas del Cesar donde se siembra arroz y de otras partes del Caribe.

Con razón los arroceros piden apoyo y acciones que sirvan de salvavidas a esta actividad agropecuaria de la que viven cientos de campesinos en el departamento. La protesta de ayer en Valledupar, donde se concentraron campesinos de los corregimientos del norte de la ciudad, que han vivido históricamente de este cultivo, es justa. Infortunadamente en el país se volvió costumbre organizar paros y protestas, como única herramienta para llamar la atención del Estado.

Los arroceros tienen razón. Sus argumentos son de peso. Disminuyeron en tres mil hectáreas el área de siembra, perdieron siete mil millones en el primer semestre de este año y el segundo pinta igual, su situación es el resultado de la suma de pérdidas acumuladas por los diversos factores que afectan al gremio: las sequías por el cambio climático que los azota desde el 2007, el arroz de contrabando (más de 400 toneladas), la regulación del precio del grano, el aumento en casi un 30 % de los insumos y el ingreso al país de importaciones de gran escala por medio de los Tratados de Libre Comercio, como ocurrió en el 2012 y parte del 2013 por autorización del Ministerio de Agricultura, que autorizó el ingreso de 250 mil toneladas porque los problemas climáticos y fitosanitarios redujeron en más de un 20 por ciento el área y la producción de arroz en Colombia.

Si no son competitivos y no son objeto de beneficios enmarcados en políticas públicas del Gobierno Nacional, difícilmente el gremio se puede fortalecer. Hace un mes el Ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, escuchó a los arroceros vallenatos y se comprometió con ellos a verificar en terreno la situación y buscar juntos la solución al problema. Hasta la fecha el Ministro no ha cumplido.

Con la protesta de ayer no se solucionó nada. Ni siquiera el Secretario de Agricultura del Cesar se ha pronunciado al respecto, quien debería ser el vocero natural de los arroceros ante el Gobierno Nacional. Algo se debe hacer y pronto. No se deben dejar solos a los cultivadores del cereal, los congresistas también deben apoyarlos y servirles de interlocutores ante las instancias nacionales, sino lo hacen el problema seguirá vivo y cada vez más el campo cesarense reducirá su producción y con ello se aumentará la pobreza, el desplazamiento del campesino a la ciudad en busca de nuevas oportunidades y todos los demás efectos que genera la crisis de un sector de la economía primaria.

Los gremios arroceros saben cuál es su realidad. El Gobierno la conoce. ¿Qué pasará con el futuro de los arroceros?

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