En reciente edición de la Revista Semana aparece la primera gran encuesta para las presidenciales del 2026, que la misma revista contrató al polémico Centro Nacional de Consultoría -CNC-. Menos mal empezamos a hablar de este tema, para medir fuerzas, pero especialmente, para que a Gustavo Petro le llegue el mensaje directo de que todos esperamos que haya elecciones para su reemplazo, dentro del marco de la Constitución de 1991. Debe estar bastante incómodo con este asunto, ya que le quita protagonismo y, además, pone a la gente en modo elecciones sin que él aparezca en el abanico de posibles candidatos.
Ahora, al analizar la encuesta, nos quedan varios mensajes para pensar y repensar: la calidad de los posibles aspirantes, la reacomodación de fuerzas entre la izquierda -que vive su peor momento histórico-, el centro -que es la manera de decir que ni fu ni fa en posiciones políticas- y la derecha -que carece de un líder que nos convoque a todos, al estilo del presidente Álvaro Uribe-; además que aún no aparece un candidato fuerte, fuerte. Veamos quiénes suenan por ahora…
Juan Manuel Galán lidera la encuesta con un 13%, muy bajo este porcentaje para quien más puntuó. Esto demuestra solo una cosa: que las intenciones de voto para la primera vuelta del 2026, por ahora, está muy disgregada, súper atomizada. A Galán le falta fuerza, ha desdibujado el legado político de su papá, asumiendo posiciones tibias, mensajes en contra de quienes somos de derecha -como lo fue Luis Carlos Galán-, le falta punch. No lo veo, seguramente se va a mantener en la baraja, eso está claro, pero no con opciones reales de acceder a la Casa de Nariño. El mal llamado proceso de paz con las FARC es causa directa del caos en el que estamos hundidos y él, apoyó ese adefesio de principio a fin. Se lo seguiremos cobrando muchos.
Luego, con el 12 %, aparece Sergio Fajardo. El experto en no comprometerse, aguas tibias profesional, mejor que siga de profesor del Tecnológico de Monterrey. No lidera, no inspira, su narrativa aburre y escogió, hace 2 años, a Luis Gilberto Murillo como su compañero de fórmula, el mismo que ahora es Canciller (e) de Petro. Se lo seguiremos cobrando muchos.
En tercer lugar, el CNC ubica a Claudia Nayibe López. Esto es increíble. Apoyó a Petro, aunque ahora recule y salte del barco como lo hacen las ratas cuando perciben el inminente ahogamiento. Su esposa, Angélica Lozano, está cuestionada en los más recientes escándalos de corrupción de la izquierda. Pero, además, López dejó a Bogotá en manos del hampa, del vicio y con racionamiento de agua gracias a su ineptitud. Recuerda uno a Petro como alcalde y lo vemos ahora como presidente, ambos con balances desastrosos. A López sólo le reconozco las manzanas del cuidado, de resto, apague y vámonos. No la veo con opciones reales.
Por fin aparece la derecha, María Fernanda Cabal es cuarta con el 8 %, muy cerca de Claudia Nayibe. Ahí va, poco a poco, tiene opciones de crecer, pero depende mucho de cómo maneje su imagen y de la manera como enfoque su comunicación. Personas como yo consideramos que requerimos una personalidad de derecha fuerte en la era post-Petro, creo no ser el único. Depende de allá si logra aglutinarnos o no y si lo logra, tendrá opciones reales de llegar al ejecutivo. Ya veremos.
Luego, en su orden, vemos a Francia Márquez -¿dónde está Francia en estos momentos?- con el 7 %, Gustavo Bolívar con un 6 %, y Daniel Quintero y María José Pizarro, ambos con el 5 %. De Francia nadie sabe nada, Bolívar y Pizarro dividen por sus posturas radicales y Quintero, el ladronzuelo de Medellín, dentro de poco estará preso con varios de sus lugartenientes. Ninguno de estos tiene opción, de todos ellos, líbranos Señor.
Miguel Uribe aparece con el 4 %, es un excelente prospecto, pero para más adelante. Debe seguir en el Senado, allá lo necesitamos y que espere su momento. Será presidente.
Y cierran Alejandro Gaviria con el 3 % y Germán Vargas Lleras con el 2 %. Vargas puede crecer aunque está muy lejos, Gaviria, exministro de Petro, es igual a Fajardo, “ni chicha ni limoná”, no lo veo.
Jorge Eduardo Ávila