Sí, arrancó el 2018 con la chancleta a fondo “como Toyota nuevo pidiendo vía” y arrancó también la difícil tarea de los columnistas de llenar cada semana este espacio. Esta me salió baratica, veamos:
Señores Franco Ovalle y Tuto Uhía, así con confianza y cariño, este año voy a convertirme gratuitamente en su colaborador, señalándole algunos problemas neurálgicos del departamento y su capital, para que, no obligatoriamente traten de solucionarlos.
Comencemos por el Aeropuerto: después de pasar sus vacaciones fui a despedir a mis hijos Juan Pablo y Meche, mis nietas Sofi y Sara y dos perras que viven mejor que cualquier humano, Matilda y Olivia. El avión se retrasó y ahí comenzó el calvario, pues las sillas de las cafeterías son fijas y atornilladas, caso único en el mundo y tuve que recurrir al mojoso, que afortunadamente aquí es brillante para poder sentarme, pues los propietarios de los negocios no tienen sillas adicionales aunque sean arrendadas; por favor con sus jerarquías intervengan para subsanar esta horrible falla y de paso revisen los astronómicos precios de todo lo que ahí se vende, que al igual que en las cafeterías de los colegios privados, bilingües y de alta categoría ya los papás no dan para cubrir el gasto diario de los niños, a diferencia de otros también encumbrados donde todo es más barato. La especulación nos está matando y sería conveniente revivir la Oficina de Control y Precios.
Los buses en Cinco Esquinas, son un desastre, recogen los pasajeros en todo el cruce y crean el caos, la desesperación y la zozobra. Le recomiendo al señor Alcalde contratar a quien fue mi Comandante, el famoso Zabaleta, que sí los alinea, pues hay que sancionarlos con mano dura para que entiendan, porque los dejan hacen lo que les da la gana.
Buen regalo le hizo Comfacesar a Valledupar, ayer inauguró y puso a disposición del público el majestuoso Centro de Convenciones o Auditorio Crispín Villazón de Armas; felicitaciones a su gerente Ernesto Orozco y a su Junta Directiva presidida por Uriel Navarro y ojalá la Cámara de Comercio en cabeza de su dinámico director, el buen amigo José Luis Urón hiciera lo mismo y le regalara un Teatro para que nuestros artistas desarrollen sus actividades; ahí está la Casona que fue de la familia Baute Uhía oyendo el cuento y el Teatro Cesar esperando a gritos su renacimiento, si quiere lo pongo en contacto con su propietario mi buen amigo y paisano Blas García.
Con el fin de analizar muchos temas, entre ellos el aumento de nuestros emolumentos, invito a todos mis colegas columnistas de El Pilón a un desayuno mañana en el famoso Patacón Pisao, donde la Mona nos sorprenderá con exquisitos platos. Los espero, no hay cuotas.