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Árboles sacrificados: ¡qué pecado! Podrían ser árboles patrimoniales

Lo sucedido hace algunas semanas con 13 árboles del barrio Las Delicias de Valledupar, que fueron talados para dar paso a lo que sería un ‘megatemplo’ de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, es una muestra de las consecuencias de la ausencia de una política pública que resguarde nuestro patrimonio ambiental.

Desde el año 2022 hay un grupo de profesionales, articulados en la Mesa del Árbol, trabajando por la declaratoria de los primeros árboles patrimoniales de Valledupar, pero la semilla que sembraron no ha logrado germinar y dar sus frutos por puro desinterés. En el proceso de elaborar la selección y un serio Plan de Manejo de esos árboles, participaron técnicos de la Corporación, del Área Andina, líderes ambientales e incluso funcionarios de la alcaldía del Mello Castro, que se comprometió a llevar un proyecto de decreto al tradicional foro anual del árbol, que organizan EL PILÓN y la Mesa.

Si bien las seis ceibas taladas y otros siete árboles en Las Delicias no están en la lista de prospectos patrimoniales, hacen parte del entorno de las tres monumentales ceibas de la glorieta Los Músicos, sitio llamado así porque era el punto de encuentro de los agrupaciones musicales vallenatas que cada fin de semana salían de gira a llevar nuestro folclor hacia otros rincones del país.

Y así hay otros árboles (palo de mango de la plaza Alfonso López, cauchos de la Gobernación, arboleda de algorrobillos en Los Mayales), que, por su aporte paisajístico, ambiental, tamaño o forma, pero sobre todo por su valor histórico y cultural merecen un reconocimiento especial, el de árboles patrimoniales.

¿Para qué sirve eso? Se preguntarán muchos. Sirve para reconocer que no estamos dando el valor a unos individuos arbóreos que nos han dado beneficios, más allá de sus servicios ecosistémicos, y no les hemos dado nada a cambio.

Sirve para que empecemos a mejorar la gestión del arbolado urbano del que tanto nos ufanamos y sacamos pecho, que en otrora llevó a esta capital a ser reconocida como ciudad sorpresa Caribe.

Sirve para apuntarle al cumplimiento de varios Objetivos de Desarrollo Sostenible: el 11, Ciudades y comunidades sostenibles, porque conlleva a fortalecer los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo. El 13, Acción por el clima, porque invita a fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los niveles, a incorporar medidas relacionadas con el cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales. El 15, Vida de ecosistemas terrestres, porque es un camino para conservar los ecosistemas terrestres, promover la gestión forestal sostenible, detener la deforestación y aumentar la reforestación y la forestación. El 17, que es fomentar y promover las alianzas público-privadas, en colaboración con la sociedad civil, que brinden apoyo y movilicen recursos para la consecución de los objetivos.

Revisando la resolución a través de la cual Corpocesar otorga autorización para la tala de los árboles de La Delicias no encontramos ningún proceso de compensación ambiental.

Así como las estatuas de nuestros juglares nos recuerdan la historia y son puntos turísticos, estos árboles como monumentos vivientes que en algunos casos pueden permanecer más años que esas figuras creadas por el hombre, también pueden ser punto de atracción para quienes llegan a nuestra tierra a conocer la historia.

Luego de la anhelada declaratoria, el día que por desarrollo urbano un árbol patrimonial sea obstáculo este no será talado o erradicado, debe ser reubicado como hoy se está planeando hacer con el monumento Pedazo de Acordeón para la construcción de un deprimido vial en el norte de la ciudad.

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