Valledupar es reconocida por ser una ciudad verde, en la que la variedad de árboles es numerosa y su belleza paisajística indescriptible. Todos estos recursos naturales cumplen una función, sin embargo, además de brindar oxígeno y reducir las altas temperaturas que se registran en la capital cesarense, algunos de estos árboles han sido ‘declarados’ patrimoniales por sus aportes.
De acuerdo a algunos arboristas consultados por el diario EL PILÓN, los árboles patrimoniales se determinan debido a las contribuciones paisajísticas que aportan a las localidades en las que se encuentran, a la connotación cultural y folclórica que enmarcan y al apego sentimental que la comunidad desarrolla.
Luis Alberto Guerra, ingeniero forestal de la ciudad, indicó que un árbol patrimonial es excepcional dentro de un territorio, “por circunstancias como la longevidad, la figura, sus flores, su color, su porte, el registro histórico o lo emblemático que sea en la región”.
Asimismo, de acuerdo a la ingeniera forestal miembro del Foro Ambiental del Cesar Sonia Catalina Camargo, quien se ha dedicado a temas relacionados a la investigación y conservación de bosques, estos árboles no necesariamente deben ser nativos de la región.
“Lo curioso de los árboles patrimoniales es que no siempre son nativos, pero por la connotación cultural que tienen con la cohesión social, y el mismo vivir de lo que pasó, tienen una remembranza para las comunidades, es decir, siempre marcan una pauta histórica. Generalmente son árboles a los que la ciudadanía les tiene mucho cariño y arraigo”, manifestó.
En ese orden de ideas, más que árboles, algunos ambientalistas prefieren decir que son especies patrimoniales, como el ‘caracolí’, los cañahuates, los algarrobos, puys, y demás. Estos han acompañado a la ciudadanía en esta travesía de la construcción de ciudad por lo que son considerados importantes en la historia vallenata.
¿Y EL PALO DE MANGO DE LA PLAZA?
Aun cuando el palo de mango está plantado en la Plaza Alfonso López de Valledupar hace 83 años, Ciro Castro, ingeniero agrónomo, miembro del Foro y de la Mesa del Árbol, acotó que este no es patrimonial, sin embargo, sí es una insignia emblemática de la ciudad debido al apego de algunas personas y a las “connotaciones sociales y políticas que se dieron bajo sus sombras”.
¿UN ÁRBOL PUEDE EDUCAR?
En cuanto a los aportes educativos que brindan estos árboles, el licenciado en Biología y Química de Valledupar, Gonzalo Quiroz, afirmó: “El árbol como escenario pedagógico requiere de la transversalidad, el ejemplo del palo de mango de la Plaza es un buen escenario para echar toda la historia completa de Valledupar, desde sus inicios, a través de ese árbol. Es decir: quién sembró ese árbol, por qué, a partir de allí qué se originó, y demás. Eso hace parte de la historia evolutiva de la ciudad. El parque Los Algarrobillos es también un buen escenario pedagógico”.
Ketty Gutiérrez Maestre/EL PILÓN