En un terreno liso y empedrado, el arquero vallenato José Fernando Cuadrado dio sus primeros pasos en el fútbol. Y no precisamente en la posición que hoy ocupa en el Once Caldas de Manizales y en la Selección Colombia.
Fue en la cancha del colegio Instpecam de Valledupar en donde aquel jugador de poco hablar y apartado de cualquier brote de desorden juvenil, aprendió los secretos de la posición más ingrata en el fútbol: ser arquero.
Aquel niño de trece años, estudiante de noveno grado en esa institución, se convirtió en el referente más importante del balompié vallenato: estar en una Copa del Mundo. Hoy 19 años después de aquellas chiquilladas de estudiante, el profesor Gabriel Suevis tiene la historia de José Fernando Cuadrado, sus anécdotas y la forma como llegó a ser el mayor ejemplo del balompié del Instpecam y del mismo fútbol cesarense.
“José primero jugó como delantero y defensa central, siempre quiso probar todos los puestos y un día se puso los guantes, todos los miércoles hacíamos fútbol acá en la cancha del Instpecam, era un niño muy callado y no era desordenado, siempre trataba de probar a los jugadores en dos o tres puestos. Acá era muy común apostar los bolis. Un día en la cancha de Panamá teníamos un partido con Unión Colombia y el arquero titular se enfermó y el suplente no fue, entonces me tocó poner a Cuadrado, ese día atajó un penal, fue figura y ganamos 1-0”, recordó Gabriel Suevis, hoy docente en el área de Educación Física en el Instpecam.
Sin embargo, todavía recuerda las debilidades del hoy tercer arquero de la selección Colombia. “Cuadrado no saltaba en las pelotas cruzadas, me acuerdo que le pegaba ‘varitazos’ para que pudiera saltar, le decía que yo a los arqueros ‘les saco la leche’ y los hago vomitar, pero era para que le cogiera miedo al puesto de arquero. Yo lo necesitaba como delantero porque hacía muchos goles y realizaba bien los movimientos de un atacante, pero él cada vez me decía que ahora soy más arquero”, dijo Suevis.
Fue tanta la insistencia de Cuadrado que un día se presentó con una sudadera y unos guantes nuevos a uno de los tantos partidos en la cancha del Instpecam. “Yo tenía más de 120 jugadores en diferentes categorías, antes de un partido cada jugador debía sacar 20 o 30 piedras de la cancha, yo llegué en el 90 a Valledupar y en este colegio no había ninguno jugando en la Selección Cesar, todos eran del Loperena, ahora en todos los campos estamos por encima de ellos. En el caso del fútbol de aquí salieron Diego Amaya, Omar Guerra y Rafael Navarro”, dijo.
José Cuadrado también jugó en el Loperena en donde fue campeón nacional intercolegiado, incluso con el Loperena Garupal también acarició un título nacional de microfútbol.
De aquel niño del común solo quedan recuerdos de aquellos momentos de los que nadie predijo el futuro prometedor que tendría José Fernando Cuadrado. Las huellas del meta vallenato quedaron sembradas en un terreno fértil para el fútbol. La cancha del Instpecam es un recuerdo memorable para quienes vieron nacer futbolísticamente al arquero que hoy está en el Mundial de Rusia llevando los colores de Valledupar y de la Selección Colombia.
Nibaldo Bustamante / EL PILÓN