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Aportemos al cuidado de nuestro planeta

Foto archivo particular.

“La tierra no nos la legaron nuestros padres, nos la prestaron nuestros hijos”: Proverbio nativo de Tanzania.

Desde hace 47 años, el 22 de abril, se celebra a nivel mundial el Día de la Tierra. Es una fecha para que celebremos y reflexionemos sobre nuestra única casa, pero sobre todo para que desarrollemos acciones que permitan la protección del ambiente, entendiendo que la responsabilidad ambiental es además de las instituciones, las empresas o del Estado, también de todos nosotros individualmente.

Este ejercicio permitirá que la vida en la tierra sea posible para las nuevas y futuras generaciones. Nuestro planeta tierra merece cuidado muy especial. Ya muchos de nosotros hemos disfrutado de todos los encantos que solo la madre naturaleza nos puede dar, pero faltan muchas generaciones por vivirlo. Recordemos que es el único refugio que tenemos para vivir y habitar. El planeta tierra ha venido deteriorándose cada día por la carrera vertiginosa del desarrollo tecnológico e industrial, la superpoblación, la contaminación del agua, aire y suelo, el desconocimiento de la naturaleza y la gran cantidad de residuos de todo tipo que se desechan, entre muchos otros factores de desequilibrio ambiental.

En los últimos siglos, el equilibrio ambiental está propenso a romperse en cadena. La población mundial ha crecido ocho veces y ha consumido cada vez más recursos naturales; solamente la producción basada en la explotación de la naturaleza, ha crecido más de cien veces. Por ello, es necesario que mejoremos nuestra actitud hacia el planeta, aplicando mejores hábitos de consumo más racionalización en el uso de los recursos y mejor manejo de los residuos. No hay que desconocer que la humanidad ha venido preocupada por el medio ambiente, desde la primera mitad del siglo XIX, cuando Gran Bretaña y Estados Unidos empezaron a conformar grupos y entidades interesadas en la preservación del planeta. Sin embargo, el interés planteado por estas potencias no se ha venido llevando a cabo, al mismo ritmo del deterioro ambiental, en la mayoría de los países del mundo, sobre todo las grandes potencias que generan el mayor grado de contaminación a nivel mundial, sin excluir a los países en desarrollo ya que sus políticas ambientales son a corto plazo y no están comprendidas en el marco global de la problemática.

Este agotamiento del planeta se evidencia por el cambio climático, la variabilidad en los niveles de los ríos, derretimiento de los glaciares, que genera el aumento en los niveles de los mares y cambios en las condiciones climáticas y biológicas, agotamiento de los recursos naturales, la intervención a los ecosistemas. Todos éstos generados por las actividades antrópicas: la contaminación industrial, la destrucción de la capa de ozono, la deforestación, la sedimentación de las aguas superficiales, la lluvia ácida, etc.

Esta situación del planeta nos aboca a coadyuvar esfuerzos para propender por el desarrollo de actividades que busquen la conservación y preservación de nuestros ecosistemas naturales para poder lograr su equilibrio. Es un gran compromiso que debemos abordar con respeto y entusiasmo, por ello tenemos que actuar; reduciendo, reusando y reciclando los residuos; haciendo uso racional del agua; disminuyendo de distintas maneras el consumo de energía en el trabajo y en nuestras casas que permita reducir la huella de carbono tan nefasta para el ambiente; reduciendo los gases de efecto de invernadero; aplicando mejores prácticas para uso del recurso hídrico en las actividades agrícolas; protegiendo las cuencas hidrográficas; promoviendo el uso de fuentes de energías renovables no convencionales o energías verdes o alternativas, tales como: la solar, la eólica, la geotérmica, la mareomotriz y la biomasa; en general contaminando menos y fundamentalmente que hagamos conciencia de que el deterioro del planeta es una realidad y que solo la efectiva acción de todos lo salvará. Aportemos a la preservación del planeta desde ya. No esperemos que sea demasiado tarde. Las futuras generaciones nos lo agradecerán. ¡Actuemos ya!

Por Oiden Antonio Araque Mejía

 

 

 

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