Todo tiene un principio y un fin, es la ley de la vida. Esto lo conocemos a través de la historia y es el imperativo de conciencia que nos convida en este mundo convulsionado.
“La literatura cristiana antigua ve expresada en la frase «Yo soy el alfa y la omega», la divinidad de Cristo y la trascendencia divina, en sus atributos de infinidad, eternidad, causalidad (eficiente y final) universal, de la que procede toda vida”
“El Libro de Apocalipsis contiene uno de los pocos pasajes de las escrituras que describe la guerra en los cielos de la vida preterrenal (véase Apocalipsis 12:7–11) y presenta una reseña inspirada de la historia del mundo, que se centra particularmente en los últimos días y el milenio”.
Escrito está lo que estamos viviendo, de manera visionaria se previó el deterioro del mundo, la guerra entre el bien y el mal; las ansias de lo malo por quedarse con todo, llevar por senderos de oscuridad y maldad a la gente buena.
Hoy vemos a las naciones poderosas, aniquilar a los países débiles, y obligarlos a aceptar sus normas y ordenanzas, así vaya en detrimento de las leyes de Dios, eso natural, que por principio fue creado por él; matrimonios entre personas del mismo sexo, por ejemplo.
Aceptar el incesto, es aberrante y hay países que declaran normal este tipo de actos. Ciudades consideradas modernas, proclamando el sexo público, ya lo vemos a través de las redes sociales, en aeropuertos y en los metros delante de niños y sin ningún pudor.
Sexo con animales es permitido de manera natural en algunos países; el exhibicionismo y las películas pornográficas se advierte como normal en escuelas y universidades en España.
Se autoriza la prostitución de menores, alegando que, si una niña de 10 años desea explorar su cuerpo y su sexo, nadie puede impedirlo.
Ahora bien, la codicia de poder destruye cualquier precepto de valores y principios de buen camino.
Nos vemos ante aberrantes asesinatos, en Valledupar nunca habíamos tenido actos vandálicos, donde hallaran cuerpos desmembrados a la orilla del río.
Vuelven las motosierras a imponer su ley macabra. Todo por mantener la hegemonía de un territorio, por un negocio lucrativo para unos pocos: las drogas, la prostitución, venta de armas, el poder territorial, vender seguridad para unos cuantos.
“El Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento de la Biblia, es un libro de carácter profético, donde se encuentra una serie de revelaciones que describen eventos y acontecimientos que, en un sentido cristiano, hablan del fin del mundo”.
“¿Qué dijo Jesús sobre el final de los tiempos?
Habrá guerras y rumores de guerras, señales arriba en los cielos y abajo en la tierra, el sol se tornará en tinieblas y la luna en sangre, habrá terremotos en diversos lugares, los mares se saldrán de sus límites y entonces aparecerá en el cielo la gran señal del hijo del hombre”.
¿No es esto acaso lo que estamos viviendo? Por supuesto, también es claro y preciso que cada uno, como un granito de mostaza, aporte al bien, para que al final, en ese juicio definitivo, tengamos paz en el alma y elementos de salvación.
Se supone que los buenos somos más, actuemos como tal. Al final Dios proveerá.
Sólo Eso