Con los ojos encharcados de lágrimas incontrolables, producto de la frustración por no poder regalarle una medalla a su país, la vallenata Natalia Linares dio la cara ante los medios Canal Caracol Sports y Radio Nacional apenas unos minutos después de su primer intento fallido de clasificar a una final olímpica.
Ese llanto no es más que la ratificación de la grandeza de Natalia, una deportista que, a sus 21 años, quiso entregar mucho más, sin importar que a su lado tuviera rivales con mucha más edad, experiencia y recorrido.
Eran sus primeros juegos olímpicos, pero para Natalia no hay excusas que valgan. Su meta siempre está en el podio, y sus ganas la llevan a creer que está obligada, cada vez que salta a la pista, a ganar o morir. ¿Y cómo criticar ese pensamiento competitivo en un país donde la excusa es más común que el reconocimiento de errores?
Que se encarguen los analistas de la disciplina del salto de longitud de determinar qué pudo haber fallado para que Natalia no lograra meterse entre las 12 mejores en este torneo. Yo destaco esa valentía y coraje que tuvo para vencer a cientos de rivales alrededor del mundo y ganarse un lugar de privilegio en las justas olímpicas cuando apenas su carrera comienza.
Destaco el oro bolivariano que celebró en su tierra natal, en una pista que ella ayudó a forjar hablándole de frente al gobernador Franco Ovalle en medio de un acto de reconocimiento en 2017. “Yo le traje la medalla, gobernador, demostramos que en Cesar hay talento; ahora constrúyanos la pista”, dijo.
Destaco esos oros Centroamericanos y Panamericanos que hicieron sonar el himno de Colombia en lo más alto del podio continental. Esa plata en el Mundial Sub-20 de Cali.
Destaco ese oro mundial de hace apenas un mes en Hungría, cuando derrotó a las favoritas del mundo e impuso su sello, prendiendo las ‘alarmas’ y ganándose el respeto de las atletas más renombradas a nivel orbital.
¡Ánimo, Natalia! No tienes nada por qué disculparte. O quizás sí: tu error fue malacostumbrarnos a verte ganar. Pero hoy, Colombia y Valledupar solo tienen palabras de agradecimiento y admiración hacia ti por todas las medallas doradas y alegrías que nos has regalado a lo largo de los años.
París 2024 es solo un escalón más en tu brillante carrera. Por eso, Natalia, desde Valledupar te damos las gracias por poner la bandera de la ciudad en alto. ¡Ánimo, Natalia! Los Ángeles 2028 te espera con los brazos abiertos.
Por José Alejandro Martínez V. – Editor de contenido EL PILÓN