El profesor Angus Deaton estuvo de visita en el país, pero más allá del despliegue de noticias faranduleras generadas para tan digno visitante, quisiera compartir desde una visión muy personal, lo profunda para la política pública que son las reflexiones de este respetado economista.
El profesor Deaton nació en Edimburgo (Reino Unido) hace 70 años, en la actualidad reside en Estados Unidos donde es profesor de la Universidad Priceton, ha dedicado toda su vida a estudiar el consumo, el desarrollo y desgiualdad, fue ganador del premio Nobel de Economía, ha escrito una decena de libros y centenas de estudios realizados.
A mi juicio las reflexiones de Deaton son de una factura avanzada para un economista, su visión frente a la desigualdad y la pobreza deben ser un referente de reflexión para todos nuestros lideres y formuladores de políticas públicas, tanto de derecha, centro o izquierda.
Para Deaton la desigualdad es algo enormemente complicado, que es tanto bueno como malo ya que considera que un exceso de desigualdad puede producir efectos secundarios negativos, que van desde la desaparición de los servicios públicos a la erosión de la democracia. Pero al mismo tiempo, las desigualdades también pueden ser algo positivo, como, por ejemplo, cuando son el resultado de una iniciativa empresarial exitosa. Así mismo el profesor piensa que “el éxito genera desigualdad, pero no queremos ahogar el éxito”, y se muestra escéptico ante medidas como subir impuestos para acabar con las disparidades crecientes.
Tal vez, de sus pensamientos el que mayor impacto me ha generado es el siguiente: “La idea de que el dinero o la ingeniería es la solución para el desarrollo se resiste a desaparecer, hace mucho daño”. Toda la justificación de esta idea la expone ampliamente en el libro ‘El gran escape’, invito a remitirse al libro y así profundizar en ello. Esta invitación respetuosa la hago para que en el Cesar revisemos el mantra “solo se logra desarrollo con más plata y con más proyectos”, idea que nos han vendido históricamente; sin embargo, el ritmo de inversión ha aumentado, pero las cifras e indicadores de pobreza y de sanidad fiscal hablan por si solas.
Finalmente, el profesor Deaton en su libro ‘El gran escape’ plantea dos ideas que introducen innovación. La primera consiste en limitar la cantidad de la ayuda exterior a cada país, por ejemplo, al 50 % de sus ingresos. Y la segunda es impulsar una “agenda de los bienes públicos globales”, que asegure que la mayor cantidad del dinero de estas ayudas se destina a hacer frente a problemas de gran importancia como las enfermedades mortales, incluso si esto significa financiar más la investigación.