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Andrea Capdevilla lo dejó todo para subirse al podio nacional

Andrea Carvajal, judoka. FOTO/CORTESÍA.

“Confiamos en nuestros deportistas, pero tenemos deportistas que podrán lograr cosas importantes, entre ellas Andrea de Dios Capdevilla”, estas fueron palabras que en un tono muy confiado expresó el entrenador de la selección Cesar de Judo, Dodanim Barboza, quien sabía el potencial que tenía en su equipo, y así fue, pues la joven deportista estuvo a la altura.

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Sin embargo, no todo ha sido color de rosa, o mejor, color de bronce para la deportista de 22 años de edad. Los inicios de Capdevilla en el judo iniciaron cuando cursaba el grado quinto de primaria. Por iniciativa de su padre y el gusto por este deporte impulsaron a esta vallenata a enrutar su futuro en un deporte rudo pero que exige mucha disciplina.

RETIRO PREMATURO

El amor por este deporte ya estaba arraigado en ella y comenzó con las jornadas de entrenamientos, tiempo que compartía con las labores escolares. Fueron muchos los esfuerzos que Capdevilla tuvo que hacer por perseguir su sueño de ser medallista nacional, pero en sus primeros años tuvo que decirle adiós al judo y concentrarse en las labores académicas.

Fueron dos años en los que no se supo nada de aquella judoka que en muy poco tiempo mostró cualidades para ser una referente en el judo del Cesar.

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Radicada en el barrio Manantial, esta joven deportista sentía la necesidad de regresar a los escenarios, es así como se da cuenta que en el barrio Villa Miriam un grupo de jóvenes estaban realizando actividades de judo, aunque con la desventaja que por aquel entonces aún no había un entrenador contratado por la Liga de Judo del Cesar, por lo que las practicas eran de forma rudimentaria en el salón de reuniones de la Junta de Acción Comunal del barrio Villa Miriam.

Los estudios escolares culminaron y Andrea de Dios Capdevilla ahora se preparaba para ingresar a la universidad, pero sin dejar de lado su pasión por el judo. Ahora su tiempo se reducía más debido a que lo alternaba con los estudios universitarios, las prácticas curriculares y los entrenamientos. Toda esta situación hubiera sacado de carrera a alguien con mentalidad débil, pero no a Andrea Capdevilla, quien ya tenía en su mente lograr una medalla nacional aun sabiendo que el camino sería complicado.

Haciendo mis practicas curriculares en el Laboratorio Cristian Gram, me sentí muy emocionada porque tenia la posibilidad de llevar dinero a mi casa y así retribuir de alguna u otra manera el esfuerzo que mis padres hicieron por mí en mi etapa de estudiante. Aprendí a administrar mi tiempo y me di cuenta que estaba pasando un gran momento, tanto en mi vida como en mi carrera deportiva”, señaló Andrea de Dios Capdevilla.

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‘EL CAMINO A LA GLORIA’

Fueron tres años de intensa preparación y finalmente la cita nacional llegó para los deportistas del Cesar. Antes de las justas, la competidora habló con sus padres ya con la decisión de renunciar a su trabajo en la mente, sin embargo, sus progenitores a sabiendas que su hija tenía mucho talento, sin reproche alguno apoyaron su decisión.

El paso siguiente sería hablar con sus jefes en el Laboratorio Clínico, pero incluso ellos entendieron la situación y le dieron una licencia no remunerada y de paso le brindaron el apoyo para que ella tuviera más fortaleza emocional para afrontar la competencia.

Aunque el éxito estaba servido para ella en ‘bandeja de plata’, la presión que sentía era grande toda vez que a sus esfuerzos sus familiares y amigos correspondieron, por lo que la presión de fallar y desilusionar a los suyos era muy grande.

Fueron noches de ansiedad y sentía la presión porque también pensaba en mi familia, en esas personas que iban a buscar a tratar de empañar mi alegría. Algunos amigos me reprocharon por dejar el trabajo para unirme en las competencias con la selección (Cesar), aunque al final, cunado recibí la medalla todo quedó en el olvido y la emoción que sentí fue indescriptible”, puntualizó.

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Andrea Capdevilla compartió equipo con Adriana Castillo Utria, cómplice de un importante logro para el departamento del Cesar y para el deporte femenino.

El apoyo de sus padres fue fundamental, pero el entrenador Dodanim Barboza jugó un papel fundamental en la parte anímica de los judokas, quienes sabían que no había margen para el fracaso. En el caso de Andrea Capdevilla, los consejos fueron en su mayoría de auto superación porque el adiestrador conocía las capacidades de su competidora.

Nosotros estuvimos siempre tranquilos, confiamos en nuestros competidores y las cosas salieron bien y volvimos a sumar medallas en unas justas nacionales, pero todo esto se debe a la templanza y diciplina de los deportistas”, manifestó el entrenador.

Por: Robert Cadavid / EL PILÓN

Categories: Deportes
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