Mañana jueves 17 de junio cumple 46 años de fallecida ‘la vieja’ Sara María Baquero Salas, la mamá de Emiliano Zuleta Baquero y ‘Toño’ Salas Araujo, dos míticos músicos del vallenato, abuela de los hermanos Zuleta.
Sus abuelos maternos, José Andrés Salas y Juana Paula Perea, fueron colonizadores del caserío El Plan, inicialmente bautizado en el siglo XIX como ‘El Plan de Salas’.
José Andrés Salas fue un vezado intérprete de la dulzaina y andariego verseador de música caribeña. Fue pescador y campesino que remó por las aguas del río Magdalena y la ciénaga de Zapatosa. Siendo adolescente abandonó a su madre Raymunda (bisabuela de Sara) en busca de mejores horizontes y llegó a La Paz (antes Robles).
En cambio, Juana Paula Perea llegó a La Paz procedente de Riohacha, de emigrantes italianos. Allí conoció a José Andrés, ambos tenían 20 años. Fue amor a primera vista y pronto tuvieron cinco hijos. Los padres de Paula nunca estuvieron de acuerdo con esa unión (sus nombres se desconocen).
Los padres de José Andrés fueron Raymunda (apellidos desconocidos) y Emiliano Salas, comerciante español, quien viajó a España a buscar un dinero, pero nunca regresó a Chimichagua. Emiliano también fue músico de varios instrumentos.
La vieja Sara fue la hija mayor de Santa Salas Perea y Francisco Baquero, uno de los tres hermanos fusilados por tropas en la Guerra de los Mil Días, acusados de haber asesinado a un general en el caserío El Plan.
Es la mamá del genial músico Emiliano (1912 – 2005) producto de un fugaz flechazo amoroso con el joven músico Cristóbal Zuleta, cuando ambos tenían 18 años, pero nunca vivieron juntos.
Años después se unió al agricultor urumitero Rafael Araujo, con quien tuvo nueve hijos. Aunque una vez vivió en La Jagua del Pilar, la vieja Sara no salió más de El Plan, La Guajira.
Allí vivió y murió, en una casa de barro que le regaló su hijo Emiliano, creador de la famosa canción ‘La gota fría’. Ahí se criaron varios de sus nietos, era un caserío en donde vivía toda la familia. Sus hijos crecieron en medio de incomodidades, falta de agua potable, energía eléctrica, medicina, médicos y artículos alimenticios.
Le encantaba vestirse con una falda (pollera) ceñida a la cintura y fruncida hacia abajo. Le gustaba que al caminar la falda se balanceara de un lado a otro y que la cadera se le contorneara. “Mi mamá vestía coqueta. No se ponía cualquier ripio”, dice su hija María.
Siempre hubo parrandas donde la vieja Sara. Ahí estuvieron Rafael Escalona, Simón Salas, ‘Poncho’ Cotes, Andrés Becerra, Rudecindo Daza, Cayetano Balcázar, Simón Salas, Juan Manuel Muegues, Leandro Díaz, Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Toño Salas, ‘Colacho’ Mendoza y Beltrán Orozco y muchos más.
Fue alcahueta de Rafael Escalona, quien no daba un paso sin ella. Era el padrino de varios de sus hijos y nietos. Escalona la apodó “la vieja Sara”, le daba regalos y le compuso canciones.
Sara fue una de las precursoras de la música vallenata, cantautora y verseadora. Fue altanera y esplendorosa. Logró tener al mismo tiempo la pobreza rodeándola y la riqueza alrededor. Nunca fue a la escuela y vivió sin saber leer ni escribir.
Una mañana del 17 de junio de 1975 se enfermó. Sus hijos estaban allí. De pronto, se derrumbó, se le fue la vida y surgió de su casa de barro un grito desgarrador que arropó las sabanas de El Plan y Sierra Montaña. Hoy la recuerdan como una pieza importante dentro del folclor vallenato. Pronto publicaré la novela ‘La vieja Sara, parrandas en El Plan’. Hasta la próxima semana.
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