Cuando ingresas a la casa de la familia Romero Vásquez se percibe una paz interior, propia de las personas que temen a Dios; además de un delicioso aroma a galletas recién horneadas.
En la entrada de la vivienda, ubicada en el barrio Los Músicos de Valledupar, está un espejo con una mesa dorada, encima de ella resalta una fotografía con una niña que destila felicidad, – es María Gabriela, tenía seis meses de nacida, dice Yolima Vásquez, refiriéndose a la imagen.
Yolima es ingeniera de sistemas pero trabajó durante años en el área comercial de muchas empresas que, gracias a su arduo trabajo, manejaba un excelente nivel de vida junto a su esposo Jairo Romero. Cuando escuchan hablar y observan los gestos de esta mujer, se nota un ser radiante, enamorada de su familia, dulce y de un gran corazón.
Hace 17 años se casó con el amor de su vida, con el que tuvo tres hijos, María Gabriela, Gloria y Moisés; cuando mencionan a María Gabriela, Yolima sonríe y mira con lágrimas en sus ojos pero hace fuerza para que no salgan y contesta con su voz entre cortada después de hacer una pequeña pausa: “Gaby fue una gran pérdida, no solo para mí, sino para el resto de la familia”.
Hace siete años, Gabriela murió producto de un médulo blastoma, un tumor en el cerebro que es recurrente en la infancia. Ella tenía 10 años. Todo fue muy rápido según contó su madre, quien explicó que viajaron a la capital del país en donde la operaron y le realizaron todo el tratamiento.
“Cuando estaba en el proceso del tratamiento con ‘Gaby’, me daban los permiso en mi trabajo, pero un día dije que quería estar todo el tiempo con mi hija, no quería saber nada de nada y renuncié, no me dejaron, pero yo no podía seguir porque no trabajaba, me pagaban y no iba, no era justos, y lo hice: renuncié”.
Cuando decidió dejar de trabajar muchos la catalogaron de loca, pero ella sintió y sigue pensando que fue la mejor decisión, “porque estar junto a los hijos y verlos crecer felices es lo mejor que hay en el mundo”.
Yolima dice que Dios la preparó para este instante, “yo siempre sentía la presencia de Dios y Él me enseñó a ser feliz en el sufrimiento”.
“La vida y la muerte viene de Dios y es verdad que existe el cielo, yo estoy segura que mi hija está en el cielo y que está potencializando a sus hermanos, a mi matrimonio, a la familia completa, yo siento su presencia en cada momento de mi vida”, añadió la madre.
Solo recuerdos se le vienen a la mente a Yolima, “mi mamá siempre me decía que Gaby no parecía de la tierra, ella era una niña que todo lo disfrutaba, era fácil hacerla feliz, era muy servicial. Duró casi 10 años felices con lo que tuviera”.
Madre emprendedora
Hoy en día Yolima tiene su microempresas de galletas, a las que llamó ‘GabyGalletas’, como a su pequeña niña que vio morir a temprana edad.
“Todo inició como un juego con mis hijos, jamás he estudiado culinaria, me gusta cocinar, pero no soy experta”, confesó.
Un día con su hija Gloria mezclaron tantos ingredientes que al final salieron unas deliciosas galletas. “Mezclamos de todo y las que hicimos se la regalamos a vecinos, amigos y familiares, luego las fui perfeccionando y analizando los ingredientes, el producto final lo empacaba muy bien y las regalaba. Más adelante alguien me sugirió que las vendiera, que las galletas eran muy ricas, así hice y el resultado fue impresionante. No me lo esperaba. Me hacían grandes encargos”.
Las ‘GayGalletas’ son caseras, según dijo su creadora, “es una galleta muy sabrosa, muy casera. No tiene persevantes, es hecha con productos netamente colombianos”, reveló la madre empresaria.
El taller donde Yolima elabora su producto está en una sala ideada en el patio de su casa, su esposo y ella crearon un espacio y ahí tienen todos sus implementos para hacer las mejores galletas del Cesar.
Yolima siente que las galletas son producto de Gabriela, dice que son iguales a ella, “dulces como ‘Gaby’, frescas, y le saca una sonrisa a más de uno, son suaves como era su piel e iluminan con su presencia, “tal cual como ocurría con mi niña”.
Mujer de fe
Esta madre que sufrió la pérdida de su pequeña hija, jamás perdió la fe ni la alegría para seguir fortaleciendo a su familia. Ella afirma que la mejor manera de curar la pérdida de un hijo es aferrarse a Dios. “Yo pienso que es fundamental agarrarse de Dios, sola no se puede salir, esa es la fórmula”.
Dijo además que no critica a las madres que trabajan, “yo también lo viví, pero las que los hacen no le dedican tiempo a sus hijos, se están perdiendo de muchas cosas importantes, sobre todo en este tiempo que los niños tienen tanta información a la mano”, explicó a la madre.
Yolima asegura que no quiere trabajar en otra cosa, no quiere volver a las empresas, “no tengo grandes aspiración en las galletas, no quiero tampoco un gran imperio de galletas, pero me siento contenta como estoy, siempre le digo a mis hijos, que podemos tener menos pero somos más felices”.
Hoy Día de la Madre, Yolima recuerda a su hija Gabriela como la pequeña niña feliz con un corazón inmenso y siempre dispuesto a amar. “El médico me decía que Gaby tenía dolores de cabezas muy fuertes pero ella me los negó hasta el último momento, yo le conocía a Gaby sus pensamientos, no quería que yo sufriera. Cuando los médicos en Bogotá me dijeron que ya no había nada que hacer, yo entré con ella al cuarto y me dijo, -mami yo me voy para el cielo, todavía no, pero me voy para el cielo-, yo a ella nunca le hablé de la muerte”, recordó.
“La extraño todo el tiempo, con su hermana parecían gemelas, ella la extraña mucho, solamente Dios nos ha reconfortado”, concluyó.
Las galletas que fabrica Yolima son muy sabrosas, muy casera. No tiene persevantes, y son hechas con productos netamente colombianos.
Por Sara Maestre DiazGranados