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Amigdalitis, el mal de la garganta

Uno de los motivos más frecuentes de consultas médicas es la amigdalitis. EL PILÓN/Cortesía

La amigdalitis es una infección normalmente producida por virus o por  bacterias. Sus síntomas se manifiestan casi siempre por un dolor que va aumentando en la zona superior de la garganta. Al tragar o al abrir la boca para bostezar, el dolor puede extenderse hasta los oídos. A estos síntomas se añaden otras molestias generales como fatiga, dolor de cabeza y fiebre. Aumenta la producción de saliva y la voz suena opaca. Es frecuente que los niños y los jóvenes padezcan una amigdalitis. 

Willen Calderón, médico general recomienda “Ante una sospecha de amigdalitis lo ideal es recurrir a un médico para recibir un diagnóstico seguro y empezar cuanto antes el tratamiento. Existen dos tipos de amigdalitis, aguda y crónica; dependiendo el tipo de amigdalitis se establece el tratamiento más adecuado. Muchas de las urgencias hospitalarias disponen de un test rápido que permite detectar la presencia de estreptococo grupo A, una bacteria que se encuentra comúnmente en la garganta y es la típico causante de la enfermedad”. 

La amigdalitis crónica se manifiesta con amígdalas de superficie perforada, al presionarlas puede salir pus o una masa grumosa. Para reforzar el diagnóstico de ésta se puede tomar una muestra de la superficie de las amígdalas o extraer una prueba de anticuerpos contra los gérmenes patógenos en la sangre. Su tratamiento depende de la evolución, los síntomas y del origen de la inflamación de las amígdalas. 

En caso de que la amigdalitis sea aguda, se deben consumir alimentos blandos, nada picante ni con especias; importante beber mucho líquido, zumo de frutas, evitar las bebidas gaseosas y cosas demasiado frías.  Se recomienda renunciar al tabaco porque la nicotina agrava los síntomas de la enfermedad. La curación completa de una amigdalitis aguda puede durar entre una y seis semanas. El tratamiento de elección suelen ser antibióticos debido a que éste acelera el proceso de sanación. Si se forma eventualmente una acumulación de pus es porque el tratamiento se inició demasiado tarde o el antibiótico no es el adecuado para el tipo de bacterias. 
Hay que tener especial precaución con los niños, porque durante la infancia las amígdalas están dilatadas de por sí y esto puede dificultar la respiración. 

Se puede prevenir una amigdalitis reforzando el sistema inmunitario haciendo deporte de forma regular y con una alimentación rica en vitaminas y equilibrada. De este modo se reduce el riesgo de padecerla. Es importante evitar el contacto directo con personas que estén cursando la enfermedad para evitar cualquier tipo de contagio. 

Remedios caseros
Hacer gárgaras con manzanilla; ésta viene asociada para tratar el dolor de garganta, aplicar paños de agua fría sobre el cuerpo ayuda a reducir la fiebre, las compresas  calientes o secas para el cuello también son de suma ayuda. Estos tratamientos pueden aliviar los síntomas de la enfermedad, pero lo ideal es acudir a un médico especialista.  
 

Por Pilar Peña Toloza

 

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