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Amarte más no pude

Por Ricardo Gutiérrez

Hace algunos años fui invitado por unos amigos a una concentración de compositores vallenatos. Allí esos geniales poetas explicaron la motivación que tuvieron para hacer algunas de sus composiciones.

La reunión fue en Mayapo, hermosa playa de arena blanca cerca a Riohacha, donde las aguas calmadas, de color verde azul, se acompañan con trupillos y dividivis que elegantes y engreídos se mecen al vaivén de las brisas del nordeste.

En medio del encuentro, me paré de mi taburete de guayacán en busca de un vaso de agua helada para mitigar el calor. Como perdí mi asiento porque un contertulio lo tomó, me senté al lado de mi amigo, Marciano Martínez quien en sus canciones muestra el mundo interior que bulle cuando una mujer nos atrae, haciendo que la vida se concentre en un solo pensamiento.

Contagiados con el ambiente musical, Marciano y yo iniciamos una conversación acompañados del color rojizo del firmamento guajiro y se extendió hasta el amanecer con la compañía de pelícanos, garzas, y bellos turpiales, de cantos melodiosos, que revoloteaban bañándose en una ponchera de aluminio llena de agua dulce.

Le comenté a Marciano que conocía su obra musical en detalle y quería saber los motivos que tenía para hacer sus composiciones ya que a mi parecer describían siempre amores frustrados.

Intempestivamente se paró, caminó como queriendo buscar algo, de pronto se entretuvo observando una  ave de color rojo llamado Cardenal, cuyo penacho se agitaba ante el sonido del acordeón. Ante esta reacción inusual quedé atónito, creí que mi comentario, le había molestado.

Media hora después regresó y me dijo; ¿usted porqué piensa eso? tus canciones me lo dicen, le contesté.  

Quedó estupefacto ante mi lacónica respuesta. Me brindó un whisky y me dijo: te voy a contar la verdad de mis canciones: "cuando tenía 15 años me enamoré de una hermosa niña que vivía en La Junta (Guajira), mi tierra.

En  ese ambiente pastoril Helena y yo fuimos felices, nunca faltaron los cuentos callejeros que nos distanciaban, pero retornábamos con más fuerza.

El tiempo trascurrió y nuestro idilio también creció. No sé en qué momento nuestro noviazgo se deterioró. Cualquier día una vecina me informó que Helena se había ennoviado con un forastero, esa noticia me dio durísimo y cuando supe que se había casado me desestabilicé.  

Comenzó mi agonía, pero pronto fluyó en mí la inspiración como mecanismo de comunicación”. 

Al escuchar su relato me estremecí, me acordé de la novela "La desventura de Whether" del poeta alemán Goethe, en la cual describe el infortunio de este joven quien enamorado, dialoga con su amigo Guillermo referente al amor que sentía por Carlota, comprometida con un hombre mayor.

Al cerciorarse Whether que no es correspondido tomó la determinación de levantar anclas para evitar tanto tormento.  

En el corazón de Marciano, vive aún Helena,  la diosa de su música y su poesía, aunque ella esté en tierras lejanas.

Su canción "Amarte más no pude" resume todo este idilio: Pero un día te marchaste de mi tierra/Sin decirme por qué, ni para dónde.

Te quise con el alma, bien sabes que amarte más no pude volaste con rumbo hacia la nube más alta ya no pude alcanzarte.

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