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Amanecederos, diversión para los bandidos

Perseguir a los delincuentes no solo implica buscarlos después del hurto de un celular por todas las calles de la ciudad, es necesario llegar a todos los rincones donde hacen negocio, donde llevan el producto de su actividad ilícita y también esos sitios donde se reúnen para “divertirse”.

En Valledupar abundan establecimientos dedicados al expendio de licor, gran parte de la avenida Simón Bolívar cuenta con una variedad de estancos y bares, sus propietarios cumplen fielmente los horarios fijados para su apertura y cierre, una medida creada para evitar desórdenes y controlar situaciones que comprometan nuestra seguridad.  Al llegar el momento, muy juiciosa la policía se presenta para verificar que cada uno de esos establecimientos cumplan con la orden de cerrar a la hora correspondiente.

Pero se ha formado toda una actividad paralela a los establecimientos formales de expendio de licor. En varios barrios de la ciudad funcionan los llamados “amanecederos”, allí llegan quienes quieren continuar la rumba después del horario autorizado, no tienen límites y las personas pueden embriagarse mirando como sale el sol por la Serranía del Perijá.

Estos amanecederos son una verdadera amenaza, no por incumplir el horario fijado por las autoridades, ese es el menor de los problemas, lo realmente grave es que esos lugares convocan a lo peor de la sociedad, líderes y miembros de bandas que al no poder sentarse en lugares formales del comercio vallenato, se aprovechan de la clandestinidad que ofrecen casas sin publicidad, sin nombres, sin luces exteriores, sólo se conocen por el bullicio de la música que adorna toda una noche de reunión del hampa.

Se pueden encontrar en el barrio El Carmen, en la calle 19ª con carrera 4G, también en el barrio San Martín, sobre la calle 37 con carrera 18E, y en muchos más; lo curioso por decir lo menos, es que impunemente ignoran el horario dispuesto para atender clientela, pueden funcionar sin que reciban la visita estricta de la policía a diferencia de los establecimientos de la novena o la avenida simón Bolívar. 

De proponérselo, en una visita relámpago CTI, SIJIN y Policía Nacional podrían encontrar a varios de los más buscados de esta ciudad, a esos que imponen su ley en las comunas, en esos amanecederos se contacta al sicario, al que alquila el arma, a quien cobra la extorsión o van allí a gastar lo que “ganaron” cometiendo sus delitos.

Es necesario una campaña intensa para controlar los famosos “amanecederos” verificar los documentos y si no cumplen clausurarlos, hacer registro de las personas que ingresan, seguramente estarán varios de los que generan pánico en la ciudad; precisamente de uno de esos lugares es que salió la joven de 24 años María Camila Urango, desaparecida el día 15 de abril de este año y encontrada el 18 del mismo mes muerta en el centro de la ciudad. 

La ofensiva contra la delincuencia no sólo debe comprender retenes, uniformados en las calles, ofrecimiento de recompensa y llamado a la ciudadanía a denunciar; es indispensable atacar todo ese paracomercio que gira alrededor de los bandidos, esos sitios donde se reúnen y reciben a sus clientes y también a sus víctimas.

Carlos Andrés Añez Maestre

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