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Alternando con el tres veces rey vallenato

El año estaba pasando bastante regular en materia de presentaciones. Pero el dos de noviembre salió un contrato para Chinú, Córdoba, confluimos Fernando Meneses, Beto Murgas, Daniel Celedón, Elías Rosado, Leo Durán y mi persona; me jalé una tanda memorable, la gente me aplaudió con agradecimiento, la plata fue bien sudada. Acordeón: Maestro Fernando Fernández.

El día 19 del mismo mes, viajé a Barrancabermeja en compañía de Checha Blanco, Octavio Daza Junior y el gran Beto Murgas y actuamos en el Club de Leones en un sitio exclusivo del centro comercial más importante de la ciudad petrolera. Éxito total, Acordeón: el brioso Oscar Correa. Luego se abrió la oportunidad de presentarme en Betulia, Córdoba, allí la cosa la vi peluda pues tenía que alternar nada menos que con el ñato Alfredo Gutiérrez y Daniel Celedón, hoy recuerdo la primera vez que me tocó alternar con Gustavo Gutiérrez en Curumaní, Cesar, yo no cabía en la ropa pues era el alumno frente a su maestro. Pero no fue nada; la cosa fue más fuerte cuando me tocó con Gustavo Gutiérrez y Rita Fernández, no pude borrar de mi cara una sonrisa que me duró toda la noche en ‘El Callejón de las Estrellas’ gracias a mi inolvidable paisana que Dios la tenga en su gloria, Liliana Orozco, cantamos para todos los magistrados del país.

La noche del 29 del mes pasado llegué a Betulia en un taxi viejo todo destartalado, Chevrolet, con un sudor pegachento, ya Daniel Celedón estaba allí en una casona de paja de esas que hacían los caucheros en el Amazonas; su propietario nos dijo que había sido construida en la segunda mitad de 1800, me fui a cenar a la casa de un concejal, allí llegó Alfredo con esa energía que oculta su edad; cené y fui a cambiarme de ropa, cuando me trasladé a la plaza ya el rebelde estaba en tarima; es un organizador de la música en tarima, eso se lo debemos, estuvo dos horas y cincuenta minutos soltando éxitos de más de cuarenta años de vigencia, se mueve mejor que un pelao en tarima, sudó un invierno, yo no me aguanté, me coloqué detrás a bailar cosa que hace años no hacía y me dedicó unos versos bien rimados y se bajó entre medio de aplausos, abrazos, fotos y otra, otra.

Me tocó a mí. Duro salir después de ese huracán. Pero di la talla, la gente también reconoció al poeta, bendito sea Dios. Acordeón: Maestro Felipe Paternina. El sábado 2 de diciembre me tocó solo en Nocaima, Cundinamarca, acordeón: el cachaquito Harold Ortega, buenísimo. Fui con todo; resto y ñapa.

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Rosendo Romero Ospino: