Largas colas por reclamos
Ayer, desde el primer momento en que se abrieron las puertas en Electricaribe, la sede de la comercializadora de energía, al igual que todos los días, pero esta vez más acentuado, convulsionó con la presencia de centenares de usuarios del servicio que venían por reclamaciones.
“El mes pasado hice el pago del servicio de energía por un valor de 57 mil pesos, ahora con sorpresa veo que el recibo me llegó por 85 mil pesos”, decía una matrona vallenata residente en el barrio Cañaguate, ubicado muy cerca al Centro de Valledupar.
La historia de Luz Maris Martínez, habitante del sector de Don Carmelo, es bastante parecida: “mire, reconozco que tengo una deuda y la he venido pagando, pero para mi alcance económico, con todo y el incremento que le han hecho, me parece exagerado. Vengo pagando 37 mil y ahora me llega el recibo casi por 50, sin yo tener aires acondicionados, apurada una nevera y unos bombillos para no pasar sed y estar a oscuras”, aseguró la malhumorada mujer.
La historia se repetía una y otra vez: “No entiendo, pagaba 28 y ahora me llego por 60; “¿qué es lo que pasa, será que la empresa está quebrada y quiere recuperarse con nosotros?; ¿yo qué carajos tengo que ver con ningún niño fenómeno?; ¿quién explica esto?”, eran los casos y comentarios frecuentes en la convulsionada sede de Electricaribe.
La historia se repitió una y otra vez. Los usuarios llegaban, iban a las casillas de pagos y reclamos, y en ocasiones salían más desconcertados de lo que entraban. Mientras, en el segundo nivel de la edificación, la gerente Mónica Hoyos Batista se encontraba concentrada en una reunión de carácter técnico con un grupo de ingenieros, ello hizo imposible conocer los planteamientos de la Gerencia en torno a la problemática que se ha generalizado, pese a la espera que se le hizo a la ejecutiva.
Entre tanto, la comunidad vallenata exige explicaciones con respecto al incremento que muestran las facturas, no sólo en Valledupar y sus corregimientos, sino en toda la Costa donde tiene operaciones la comercializadora de energía, como ocurrió en varios municipios donde el desespero ha generado airadas reacciones de la comunidad que degeneran en problemas de orden público.
Moradores de barrios donde el servicio de energía no es normalizada, exigen explicación acerca de contadores comunitarios y otros aspectos ligados a la prestación y facturación del servicio.