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Alistándonos para el 44º Festival Vallenato

En pocos días, Valledupar le brindará al mundo su alma en una nueva fiesta: la cuadragésima cuarta edición del Festival de la Leyenda Vallenata, una de las principales fiestas populares del país y – sin lugar a dudas- de América Latina y el Caribe, donde esta música y su fiesta han tomado una acogida inigualable.
Un grupo de personas, entre artistas, acordeoneros, cantantes, cajeros, guacharaqueros, compositores, etc, han realizado una labor dispendiosa para promover en Bogotá, Cartagena, y otras ciudades del país, el próximo Festival de la Leyenda Vallenata.
La Fundación, que sigue siendo el motor del Festival, a pesar de tantos malos entendidos y ataques, no siempre con una claridad en sus intenciones, ha dado un parte de tranquilidad sobre los preparativos del evento. Y en efecto, son varios meses preparando una fiesta que dura sólo seis días, pero de cuyo éxito dependen tantas personas y – en buena parte- la proyección de la cultura vallenata y la vida de Valledupar, sin exagerar.
En buena hora el acuerdo con la Alcaldía Municipal, en materia de impuestos y deudas, con base en el diálogo y el entendimiento, como debe ser.
Y a esta fecha todo debe estar preparado, comenzando por los concursantes, los participantes, acordeoneros, compositores, cajeros, guacharaqueros, cantantes y bailarines y bailarinas, que son la materia prima y la esencia del Festival. Este asunto no lo podemos perder de vista.
Esos músicos participantes e todos los concursos: acordeón profesional, aficionado, juvenil e infantil; canción inédita y piqueria; deben dar lo mejor de sí en la interpretación de los cuatro ritmos: son, paseo, merengue y puya, pero tener también la claridad de que así la gran mayoría sean muy buenos, pocos serán los ganadores y los escogidos, y en los concursos como los del Festival se debe ir con la intención de ganar, pero con el conocimiento de que existe la posibilidad de perder. Se requiere tener grandeza tanto para el triunfo, como para la derrota, y eso deben tenerlo bien claro todos los participantes.
También los organizadores de cada uno de los concursos y los jurados, en particular, deben brindar las suficientes garantías y transparencia para que los concursantes sientan que se participó en un concurso, en todas las modalidades, donde rige el juego limpio y lo principal está determinado por preservar y cuidar la buena interpretación de los cuatro ritmos: son, paseo, merengue y puya, según los cánones establecidos por los fundadores y actuales organizadores de este magno concurso. Lo mismo aplica para la canción inédita.
Otro gran reto lo tienen las autoridades; autoridades militares, civiles y de policía, que deben imponer el orden y el acatamiento a la misma de manera persuasiva, aunque persistente, y lograr la delicada tarea de mantener la tranquilidad y la paz, en todos y cada uno de los eventos, tantos del concurso como en los conciertos y fiestas públicas comerciales.
Y para lograr ese orden y tranquilidad, durante todos los días del Festival, se requiere la colaboración de la ciudadanía; todos y cada uno de los habitantes de Valledupar, y quienes nos visitan, todos bienvenidos, deben respetar las sugerencias y órdenes de las autoridades civiles y de policía, y así mismo acatar los resultados de los distintos concursos, insistimos, en paz y armonía.
En algunos casos, el gusto del público es posible que difiera de los fallos de jurados; no tiene que ganar el que más público y barra lleve a los concursos, sino el que mejor interprete el acordeón, con respeto a los cánones musicales establecidos y que han hecho grande la tradición de Francisco El Hombre.
También, los principales gremios de la ciudad han dado su parte de tranquilidad, es el caso de los hoteleros, comerciantes, y demás, que tienen el reto de demostrar que se ha aprendido mucho de los anteriores eventos en materia de atención al cliente, relaciones humanas y otros detalles, que son los que hacen que quien nos visita quiera volver.
En este sentido, queremos llamar la atención de los empresarios y comerciantes, se trata de una oportunidad de negocios, sin duda, pero no se debe abusar de la misma; debe haber una ponderación en las tarifas y una razonabilidad en los costos que se les cobran tanto a los turistas como a los propios. Principalmente, en sectores como el transporte, el alojamiento, comidas y licores, no se debe abusar del cliente, como muchas veces sucede en ciudades turísticas por excelencia como es el caso de Cartagena. En este sentido no sobra una advertencia de las autoridades, principalmente a los taxistas, como también a los dueños de restaurantes, estancos y alojamientos informales.
Así las cosas, debemos reiterar que el éxito del Festival no es asunto sólo de la Fundación, sino que – por el contrario- depende del concurso y la voluntad de todos, participantes, jurados, autoridades y público. Reiteramos que el éxito del Festival 2011 depende de todos. Es un reto inmenso el que Valledupar tiene por delante y estamos seguros que la ciudad responderá con una fiesta mejor a la realizada el año pasado.

Categories: Editorial
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