Integrar al pequeño, mediano y gran productor, junto con una extractora para generar valor compartido, dando importancia a todos los que hacen parte de este proceso, es el valor agregado de la hacienda de palma Oleoflores de María La Baja, ubicada en el departamento de Bolívar.
El gerente de Producciones Agroindustriales de la entidad, Antonio Arteta, explicó que el esquema de alianzas productivas que implementan fue un modelo desarrollado por el presidente del grupo Oleoflores, Carlos Murgas Gurrero, entre el 1998 al 2000. “Las responsabilidades de las alianzas son compartidas, todos los esfuerzos son compartidos y eso es lo bonito de este modelo asociativo”, acotó.
En el lugar existen cuatro núcleos palmeros, cuya proporción es diferente dependiendo de cada núcleo, de la situación y variabilidad de la zona. En María La Baja la proporción de pequeños productores o aquellos que tienen menos de 10 hectáreas, es superior al 80%, en proporción a los medianos y grandes agricultores.
“Cuando se trabaja bajo alianzas, con valor compartido, propendiendo que como empresa se le puede agregar de valor al pequeño agricultor y de la misma manera éste emprende acciones para que el núcleo sea más fuerte, sumando esfuerzos para enfrentar determinadas situaciones que superan los esfuerzos individuales, la producción es más rentable”, subrayó Arteta.
La pudrición de cogollo
Entre los problemas que afrontan los palmicultores está la pudrición de cogollo, de la cual no se escapó la hacienda de palma Oleoflores de María La Baja, que tuvo alrededor de tres mil hectáreas afectadas, pero que fue superado con mejoras en las prácticas agrícolas: mejorando drenaje, textura, compactación del suelo y fertilización.
“En la actualidad en la zona hay diez 1.800 hectáreas de palmas, que se han podido variar en el tiempo desde que han entrado nuevos cultivos. Esas tres mil que estaban afectadas están en los índices de pudrición de cogollo; hubo estabilización de la enfermedad, donde se notan altos índices de recuperación de las palmas”, explicó el gerente de Producciones Agroindustriales de la hacienda de palma Oleoflores de María La Baja.
Para el coordinador nacional de manejo fitosanitario de Fedepalma, Julián Becerra, el trabajo que se hace en MaríaLa Baja es el mejor ejemplo de que afrontar los problemas fitosanitarios va más allá de curar o intervenir palmas.
“El grupo Oleoflores está atacando el problema desde la prevención y la disminución de esos factores predisponentes al problema fitosanitario y hay un andamiaje administrativo que ha sido fundamental”, argumentó.
El costo por palma para combatir la pudrición de cogollo puede ascender a los 30 mil pesos por palma, para tener todo el proceso y herramientas que se le debe proporcionar a la palma para que se recupere. Por otro lado, puede haber otras situaciones que puede hacer que este costo sea menor.
“El mensaje que queremos dejar claro es que sale más caro hacer que no hacer. El costo de la recuperación de las plantaciones de una palma o lote de plantación debe verse como una inversión y no como un costo. Las experiencias que hemos vivido en otras zonas del país nos han demostrado que hay que invertirle en la sanidad.
María La Baja logró doblegar la curva de desarrollo a la enfermedad pese a que estaba pronosticado a ser la tercera explosión epidemiológica del país, luego de Tumaco y Puerto Wilches, y aquí se logró controlar con contundentes decisiones, con unificación de criterios y haciendo las cosas muy de la mano del gremio”, puntualizó Becerra.
Premio a la Mujer Campesina
En el acto inaugural del XLV Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, que se desarrolla en Barranquilla, se llevó a cabo el premio a la Mujer Palmera Campesina, donde se premia el empuje, la acción de mujeres valerosas que trabajan en los cultivos de palma y su positiva influencia en la comunidad. La ganadora fue Teresa Isabel Peña Corredor, de Tibú, Norte de Santander. Se trata de una cucuteña de 37 años, técnico profesional en operación, mantenimiento y administración de maquinaria agrícola, y técnica especialista en Desarrollo Rural del Sena.
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN