El Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, sigue sorprendiendo al país con sus nombramientos y con el fortalecimiento de la Unidad Nacional, la coalición de gobierno; esta vez, con la designación de Rafael Pardo Rueda, como jefe del nuevo Ministerio del Trabajo.
Al escoger a Pardo Rueda, Santos descartó la posibilidad de un sindicalista veterano, amigo de las ideas social-cristianas, como Julio Roberto Gómez, presidente de la CGTD, con lo cual habría aumentado sustancialmente la cuota del sindicalismo en el gobierno, teniendo en cuenta la procedencia del Vicepresidente Angelino Garzón.
Por el contrario, el Presidente se inclinó por el Director del Partido Liberal, cercano al expresidente César Gaviria Trujillo y al mismo ex presidente conservador, Andrés Pastrana Arango; con lo cual manda el primer mandatario un mensaje de concertación, tanto a los voceros del capital como a los del sindicalismo.
Pardo Rueda, a quien el país conoce más como experto en temas de conflicto y negociaciones de paz, es un destacado economista, egresado de la Universidad de los Andes, y un hombre moderado, ponderado y que, con seguridad, aplicará sus experiencias como mediador en esta nueva etapa del Ministerio encargado de armonizar a los sectores más importantes de la producción: empresarios y trabajadores.
Adicionalmente, Pardo Rueda viene de contribuir en el Congreso a la aprobación de la Ley de Primer Empleo, una iniciativa del legendario Partido Liberal, que durante su historia se ha caracterizado por armonizar esas dos fuerzas a veces en contradicción, pero fundamentales para el funcionamiento de nuestro sistema económico como son el capital y el trabajo.
Son muchos y bien grandes los retos que tendrá el nuevo Ministro; su sólo nombramiento significa que el Presidente le va a dar una gran trascendencia al tema. El primer reto es crear la nueva entidad, se requiere un ministerio fuerte, con una organización ágil pero eficaz para intervenir en el mercado laboral, intermediar en el tema del empleo y buscar unas nuevas relaciones laborales en el país, labor esta que se perdió en el anterior Ministerio de la Protección Social.
Además de establecer una dependencia para facilitar la intermediación entre la oferta y la demanda de empleo, tarea que antes hacía el llamado Senalde (Servicio Nacional de Empleo), y que luego asumió de manera disminuida el Sena, se requiere contar con una dependencia que observe y estudie bien los cambios en los mercados laborales en el país. Sería conveniente que se fortalecieran las Oficinas del Trabajo en las distintas regiones del país, tanto en la parte de intermediación como en la parte de concertación entre empresarios y trabajadores. Las políticas de empleo del país deben tener un enfoque de región, teniendo en cuenta las diferencias económicas entre las distintas zonas del país.
Otro de los retos del nuevo Ministerio debe ser propiciar las condiciones para la generación de más puestos de trabajo, en un país que tiene tanta gente si empleo, a pesar de que este viene bajando y en el último reporte se ubicó por debajo de un dígito, 9,7 por ciento en septiembre, según la última encuesta del Departamento Nacional de Estadísticas (Dane).
No obstante, más allá de la coyuntura económica, el nuevo Ministro tendrá que asumir la reglamentación del Estatuto del Trabajo, establecido en la Constitución de 1991, que propende por la protección de los trabajadores, con seguridad social y todos las garantías, como debe ser en un Estado Social de Derecho, y como se requiere de acuerdo a lo considerado en el Tratado de Libre Comercio, firmado entre Colombia y los Estados Unidos.
Como se ve, no son de poca monta los retos que tendrá que asumir el nuevo Ministro de Trabajo y que demuestran que fue uno de los errores más grandes que cometió el Presidente Álvaro Uribe Vélez, cuando decidió fusionarlo con el Ministerio de Salud y crear el engendro del Ministerio de la Protección Social, con el cual perdieron ambos sectores, tanto la salud como el empleo.